La histórica clasificación de Haití a su segundo Mundial de fútbol desató una oleada de celebraciones espontáneas en las calles de Puerto Príncipe, pese al clima de violencia e inestabilidad que vive el país. El triunfo por 2-0 ante Nicaragua no solo aseguró el boleto a la Copa del Mundo, sino que también encendió una chispa de esperanza entre miles de haitianos que, aun en medio de la oscuridad provocada por los constantes cortes de energía, salieron a festejar una hazaña largamente esperada desde la única participación del país en 1974. Los disparos al aire, los cantos y las carreras de aficionados en sectores como Pétion-ville dieron forma a una noche marcada por la emoción colectiva.
El logro deportivo adquiere un cariz aún más extraordinario al considerar las complicadas circunstancias que enfrenta la selección. Obligada a disputar sus partidos fuera de Haití por la inseguridad que azota a la capital y por el control que grupos armados ejercen sobre el Stade Sylvio Cator desde marzo de 2024, la escuadra dirigida por el francés Sébastien Migné demostró resiliencia y disciplina para mantenerse firme en el camino hacia la clasificación. Su éxito se ha convertido, para muchos, en un recordatorio de la capacidad del país para resistir y seguir adelante incluso en sus momentos más difíciles.
Haití clasificó a su segundo mundial
Las autoridades del Consejo Presidencial de Transición celebraron con entusiasmo la victoria. Laurent Saint-Cyr, su presidente, subrayó la importancia simbólica de que el pase mundialista llegara el 18 de noviembre, fecha de la batalla de Vertières, un hito en la independencia haitiana. En su mensaje, destacó que los llamados Granaderos han regalado al pueblo "un momento de profundo orgullo y comunión nacional", además de avivar la esperanza y reforzar la cohesión de un país que lucha por recuperar estabilidad. También el primer ministro, Alix Didier Fils-Aimé, calificó la clasificación como "otra página de la historia", subrayando su impacto en la unidad y el ánimo de la población.
La alegría trascendió fronteras y generó reacciones internacionales. Francia felicitó a la selección recordando que, 51 años después, Haití vuelve a inscribir su nombre en la historia del fútbol mundial. Estados Unidos también se sumó a los mensajes de admiración, calificando el logro como una muestra de dedicación, talento y resiliencia tanto del equipo como de la nación. Para Haití, este pase al Mundial no es solo un éxito deportivo: es una victoria moral que devuelve al pueblo una ilusión compartida y reafirma que, incluso en tiempos de adversidad, la pasión por el fútbol puede convertirse en un poderoso motor de esperanza.



