Un tribunal federal de apelaciones ratificó el miércoles la condena por tráfico sexual y crimen organizado de R. Kelly.
La entidad estadounidense señala que existe "abundante evidencia" que respaldaba mantener al rapero superastro del R&B tras las rejas por décadas.
El 2do Tribunal de Apelaciones de los Estados Unidos en Manhattan rechazó las afirmaciones de R. Kelly de que los fiscales federales no lograron probar que lideró un esquema de crimen organizado en el que reclutaba mujeres y niñas menores de edad para sexo y luego violaba a varias víctimas.
"Abundante evidencia mostrando cómo atrapaba a niñas jóvenes y mujeres en su órbita, intentaba controlar sus vidas, y aseguraba su cumplimiento con sus demandas personales y sexuales a través de abuso verbal y físico, amenazas de chantaje y humillación", dijo el juez del circuito Denny Chin.
Al escribir para un panel de tres jueces, Chin también dijo que los jurados podrían concluir que el artista de 58 años tenía la intención de convencer a las víctimas de que sufrirían daño si no cumplían con sus demandas sexuales.
Por otro lado, la abogada Jennifer Bonjean dijo que R. Kelly puede apelar ante la Corte Suprema de Estados Unidos porque la decisión amplió indebidamente el alcance de la Racketeer Influenced and Corrupt Organizations Act (RICO).
La sentencia
R. Kelly cumple una condena de 30 años de prisión después de que un jurado de Brooklyn, Nueva York, lo declarara culpable en septiembre de 2021 de un cargo de extorsión y ocho cargos de violación de la Ley Mann, que prohíbe el transporte de personas a través de fronteras estatales para prostituirse.
Su caso se convirtió en uno de los procesamientos más destacados de la era #MeToo.
Robert Sylvester Kelly, su nombre real, es mejor conocido por su éxito ganador del Grammy de 1996 I Believe I Can Fly.
El jurado escuchó el testimonio de 45 testigos del gobierno, incluidas varias víctimas, que describieron con detalle a menudo gráfico la represión que, según los fiscales, impusieron R. Kelly y su séquito.
Esto incluía requisitos de que las víctimas se refirieran a él como "papá", obtuvieran permiso para comer o ir al baño y escribieran "cartas de disculpa" que pretendían absolverlo de culpa.



