A los 15 años, Björn Andrésen fue apodado por Luchino Visconti como "el niño más bello del mundo" tras protagonizar Death in Venice (1971). Hoy, a los 70 años y tras una vida marcada por la objetivación, la soledad y la búsqueda de sentido, su fallecimiento vuelve a poner sobre la mesa las sombras tras el brillo de la fama precoz.
Una belleza convertida en carga
El actor sueco Björn Johan Andrésen (Estocolmo, 26 de enero de 1955 - 25 de octubre de 2025) logró la fama internacional siendo apenas un adolescente.
En 1971, bajo el lente de Luchino Visconti, interpretó al joven Tadzio en Death in Venice («Muerte en Venecia»), adaptación de la novela de Thomas Mann. En ese rol, Visconti lo describió como "el niño más bello del mundo" y de inmediato su rostro se volvió símbolo.
Lo que para muchos fue un estallido de éxito, para Andrésen se convirtió en una pesada carga. En entrevistas posteriores, expresó su profundo malestar por el tratamiento que recibió tras la película: "Me sentí como un animal exótico en una jaula", relató.
El joven actor fue objeto de admiración, explotación estética y de un posicionamiento mediático que lo redujo a su imagen y no a su talento o voluntad.
Durante el rodaje, Visconti impuso una atmósfera rígida: en su documental The Most Beautiful Boy in the World (2021) se relata cómo Andrésen fue llevado a clubes nocturnos siendo aún menor, escenario de explotación y vulnerabilidad.
Infancia marcada y crisis personal
El actor había sufrido desde muy joven tragedias familiares: su madre se suicidó cuando él tenía 10 años. Criado por sus abuelos, vio cómo su destino se transformaba por accidente y por la ambición ajena.
Esa ruptura precoz y la presión de convertirse en icono estético lo empujaron a un camino turbulento de fama, alienación y autodescubrimiento.
Andrésen vivió episodios de depresión, adicción al alcohol y una búsqueda constante de anonimato. En 1986, sufrió la muerte de su hijo Elvin por síndrome de muerte súbita del lactante, lo cual marcó un antes y un después en su vida personal.
A pesar de sus éxitos iniciales, su filmografía no tuvo el desarrollo que muchos anticipaban. Participó en más de 30 producciones menores y tuvo un papel significativo en la película de terror Midsommar (2019), reinventándose como actor adulto.
No obstante, era su historia personal —y el signo de su belleza impuesta— lo que captó la atención años después, a través del documental que reveló cómo la imagen puede arrastrar a la destrucción.
El fin de un trayecto
Su muerte, anunciada el 27 de octubre de 2025, a los 70 años, fue confirmada por los codirectores del documental y medios suecos. No se ha divulgado oficialmente la causa del fallecimiento.
En sus propias palabras, Andrésen definió su carrera como "una de las pocas que empezó en la más alta cumbre y luego se fue hacia abajo", y confesó que esa soledad fue su compañera constante.
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