En su juventud, Jorge Mario Bergoglio, antes de convertirse en el Papa Francisco, vivió una historia de amor que hoy resalta por su ternura y determinación. A los 12 años, enamorado de su vecina Amalia Damonte, le escribió una carta en la que le proponía matrimonio y le aseguraba que, si no se casaban, se haría sacerdote.
En la misiva, dibujó una casita con techo rojo y paredes blancas, acompañada del mensaje: "Esta casita es la que te voy a comprar cuando nos casemos". Amalia, conmovida por el gesto, recordó que la reacción de su padre fue tajante: "Me dio una paliza porque yo me atrevía a recibir la cartita de un muchacho".
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La familia de Amalia, preocupada por la relación, prohibió cualquier contacto entre ambos, poniendo fin a su incipiente romance. A pesar de esta separación, Bergoglio cumplió su promesa y, poco tiempo después, ingresó al seminario, iniciando su camino hacia la vida religiosa.
Amalia, ya adulta y con una familia propia, recordó con cariño aquellos años y expresó su deseo de que Bergoglio hubiera sido quien oficiara su boda. Al enterarse de su elección como Papa, le envió un mensaje: "Jorge, te abrazo, por el cariño de toda una vida".
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Esta historia revela una faceta humana y cercana del Papa Francisco, mostrando que, antes de ser líder religioso, fue un joven con sueños, sentimientos y promesas. Su vida, marcada por la humildad y el amor a los demás, refleja la autenticidad de quien, desde temprana edad, eligió servir a Dios y a la humanidad.
El episodio, que hoy parece sacado de una novela, dejó una huella imborrable en ambos involucrados. Amalia recuerda con emoción aquellos años y asegura que, aunque la historia no prosperó, el gesto de del Papa Francisco fue puro y sincero.