18 abril, 2024 | 10:38 pm
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Las historias escondidas del Centro Histórico

Si alguna vez ha escuchado historias míticas surgidas de los callejones del Centro Histórico, es porque sus calles empedradas del siglo XIX y principios del XX fueron reconocidas con nombres folklóricos, de personajes populares o por características naturales, que fueron desapareciendo con la modernidad.

¡Cierre los ojos, concéntrese! Ubíquese en una ciudad colonial de finales del siglo XIX, con sus calles empedradas, el ruido del tranvía, los gritos de buhoneros y, a lo mejor, el olor natural a hierba.

Quién de la actual generación podría imaginarse que la 6a. avenida A, en la parte que corre entre el Palacio Nacional de la Cultura y el parque San Sebastián, llevaba el nombre de Callejón del Manchén, el cual le fue asignado en honor a la Virgen que se veneraba en la antigua ciudad de Santiago de los Caballeros (Antigua Guatemala), pero que después del terremoto de 1773 acompañó a los primeros vecinos que se trasladaron al Valle de la Ermita.

Además, en el siglo XIX, la 14 calle, desde la 8a. hasta la 10a. avenida, era reconocida como Calle de las Beatas, debido a la presencia de la Iglesia de las Beatas de Belén, situada en la esquina de la 9a. avenida, a la par de la edificación actual del Registro General de la Propiedad y frente al Teatro Abril.

A esta vía también se le conoció como la Calle de San Francisco -debido a que ahí se encuentra el templo que lleva el mismo nombre-, y de la 1a. a la 4a. avenida se le llamó Calle de La Tormenta. Después de 1881 se denominó Calle de Las Monjas.

Otros sitios con historia

Otro de los sitios que marcaron historia desde 1800 es el denominado Callejón del Judío (4a. calle), cuyo nombre obedece a la leyenda popular de un zapatero que se dedicaba al ajiotismo.

También se encontraba la calle de las Beatas de Indias, pero esta se localizaba en lo que hoy es la 9a. calle, desde la 6a. hasta la 12 avenida, ya que en ese sector se encontraba el convento de indígenas.

La 10a. avenida A también tiene su historia. En ese sector vivió el pintor y grabador Francisco Cabrera, (1781-1845), conocido como El Fino, debido a que se dedicaba a realizar retratos en miniatura, en su mayoría en acuarela sobre marfil. Por eso se le denominó a esa avenida como Callejón de El Fino.

La Calle Real como referencia

El Cronista de la Ciudad de Guatemala, Miguel Álvarez Arévalo, explica que la ciudad de antaño marcaba como referencia la Calle Real (6a. avenida) y la Calle de los Mercaderes (8a. calle, desde la 6a. hasta la 12 avenida), a partir de las cuales el resto de vías adquirían nombres propios populares y que servían de nomenclatura para los parroquianos.

La Calle Real se trazó de norte a sur, desde la Plaza Mayor (hoy Plaza de la Constitución) hasta la Plaza de San Francisco, en la 13 calle, y quedó cimentada después de la construcción de los templos de San Francisco y Santa Clara en los años 1851 y 1852.

En 1863 el presidente Rafael Carrera erige una plaza a inmediaciones del Cementerio de San Francisco, que recibió el nombre de Plaza de la Victoria, pero que cambió a Parque Concordia en 1881 y a Parque Enrique Gómez Carrillo en 1966.

Muy pocos saben que en la 8a. calle A, entre la 3a. y 4a. avenidas, ocurrió en 1929 un accidente aéreo que marcó para siempre la vía como Callejón de Dolores, que dio margen al Premio Nacional de Literatura 2011, Francisco Pérez de Antón, para escribir un libro con ese nombre, en el cual buscó reconstruir el espíritu de la época marcada por elementos políticos y económicos.

La historia de los nombres no dejó fuera la 9a. avenida de sur a norte, ya que en 1890 era conocida como la Calle de la Universidad o de la Sociedad, y se localizaba desde la esquina de la Calle de la Fortuna (12 Calle), donde se encontraba el almacén de Juan Perri, uno de los primeros de la ciudad que contó con vitrinas para mostrar su mercadería.

Barrios y calles con historia

¿Cuál es la Calle de La Habana? Ese es el nombre con que se conoció a la 18 calle, desde 6a. hasta la 10a. avenida, porque era la salida de la ciudad hacia el Atlántico, y de allí a Cuba. También se le nombraba Calle del Cielito, debido al cerro que se ubicada entre la 7a. y 8a. avenidas.

Después se convirtió en el área del recorrido de los desfiles militares que se dirigían a la antigua Plaza de Toros, actual Plazuela Barrios (18 calle y 9a. avenida) y fue denominada Calle de las Retretas.

Álvarez Arévalo cuenta que esta misma calle (18), de la 1a. a la 4a. avenida, se llamaba Calle del Perú, pues conducía a una antigua pila colonial que llevaba el mismo nombre. Pero, además, porque ahí era la salida hacia el Pacífico, desde donde los buques iban al puerto del Callao, oficialmente Terminal Portuario del Callao, en la costa central de Perú.

Las iglesias católicas como centro de los barrios

Tanto las calles como los barrios de la ciudad, particularmente del Centro Histórico, surgieron alrededor de las iglesias católicas.

Así, según Celso Lara Figueroa, director del centro de Estudios Folklóricos de la Universidad de San Carlos, se pueden mencionar los barrios de La Parroquia, de La Merced, de La Recolección o de La Candelaria. Aunque también hay otros relacionados con lugares específicos, como el Ojo de Agua o La Ermita.

De esa cuenta, tanto los barrios como las calles se denominan según el recuerdo que sus moradores poseen de ellos; sobre todo, los vecinos de antaño que siguen llamando a las calles por sus nombres, de acuerdo a los patrones de la tradición popular, apunta Lara Figueroa.

Para el Cronista de la Ciudad, la capital guarda un legado histórico sin precedentes, y es responsabilidad de los ministerios de Educación y de Cultura, así como de los medios de comunicación, promover esa riqueza cultural.

Los jóvenes no saben del valor del Centro Histórico

El problema es que los jóvenes no saben el valor que tiene el centro histórico, lamenta Álvarez Arévalo, y agrega: “Muchos ni quisiera identifican dónde se encuentra el Palacio Nacional de la Cultura. Sus operaciones están basadas a partir del Centro Comercial Los Capitol o en las inmediaciones de la 18 calle.

Otro detalle que la historia dejó plasmado fue que debido al crecimiento de la ciudad hacia el sur, el gobierno del presidente Lázaro Chacón (1926-1930) declaró en 1929 la necesidad de prolongar la 6a. avenida desde el cerro de El Calvario hasta el Acueducto de Pinula (hoy El Obelisco). Esa prolongación recibió el nombre de George Washington.

Ordenamiento local

Los nombres de las calles de la ciudad de Guatemala datan de 1855, cuando la Municipalidad encargó al regidor Manuel Estrada Cerezo la elaboración de un proyecto para la demarcación y numeración de las calles y a la vez un reglamento que rigiera dicha demarcación.

En el libro Leyendas y casos de la tradición oral de la ciudad de Guatemala Lara Figueroa relata que Estrada Cerezo tomó del consenso popular el nombre de las calles y lo consignó en su proyecto, el cual presentó el 9 de septiembre de aquel año, y que se llevó a la práctica en 1862.

Cabe señalar que la demarcación que presentó Estrada Cerezo fue la primera que se hizo de las calles de la ciudad de Guatemala. Aunque el autor advierte: En el plano, las calles que aparecen sin nombre son las que no me alcanzó (sic) el tiempo para demarcar por haber salido de la municipalidad aquel año, y que a la fecha permanecen sin nombre ni numeración.

No fue sino hasta 1949 cuando fue electo alcalde de la capital Martín Prado Vélez, quien nombró a Raúl Aguilar Batres como jefe del Departamento de Planificación de la Municipalidad de Guatemala. Aguilar Batres inventó un nuevo sistema de zonificación y nomenclatura, y propuso la división de la ciudad en 25 zonas ubicadas en espiral alrededor de la zona central, para facilitar el crecimiento de la ciudad.

Álvarez Arévalo explica que Aguilar Batres diseñó una enumeración sistemática de las calles, denominando como avenidas los caminos que conducen de norte a sur y como calles los que conducen de oeste a este.

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