Recordando la acción de Jesús previo a la última cena, este Jueves Santo el párroco Manuel Chilín del templo El Calvario llevó a cabo el lavatorio de pies a doce feligreses.
Jesús le dijo al discípulo Simón Pedro previo al lavado de pies: “Lo que yo hago tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde”, al hacer referencia a que iba a ser entregado por Judas Iscariote.
Dicha reflexión de dio durante la misa realizada a un costado de la parroquia El Calvario en zona 1 Capital, lugar al que asistieron varios feligreses a observar el acto de humildad.
#SemanaSanta2019 | Parte del tradicional lavado de pies que se hace en templo El Calvario de zona 1 Capital.
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— Emisoras Unidas (@EmisorasUnidas) 18 de abril de 2019
Durante la homilía, Manuel Chilín expresó: “Nuestra comunidad se reúne hoy acá para celebrar la eucaristía. En la eucaristía nosotros nos alimentamos de la palabra de Dios”.
Chilín: “Pidámosle al Señor que saque de nosotros la tristeza, amargura y todos esos males que por malas experiencias han quedado en nuestro corazón”.
También el papa Francisco lava los pies de 12 reclusos
El papa Francisco lavó hoy los pies a 12 reclusos en una cárcel próxima a Roma y les animó a evitar cualquier tentación de dominación y a ayudarse entre sí, a ser “más amigos y hermanos”.
El pontífice argentino se trasladó a la penitenciaría de Velletri para conmemorar este Jueves Santo la “Última Cena del Señor” y en su homilía, improvisada, recordó la importancia del rito del lavado de los pies, realizado por Jesús de Nazaret a sus apóstoles.
Francisco explicó que Jesucristo, a pesar de ser el hijo de Dios, llevó a cabo con sus seguidores este gesto propio de esclavos, que por aquel entonces limpiaban el polvo y la suciedad del calzado de las personas que visitaban las casas de sus amos.
“El obispo no es el más importante, sino que incluso debe ser el más servicial”, puntualizó.
San Juan 13: lavado de pies
El lavado de pies se basa en lo que dice el evangelio, según San Juan 13, 115.
Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.
Estaban cenando, ya el diablo le había metido en la cabeza a Judas Iscariote, el de Simón, que lo entregara, y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido.
Llegó a Simón Pedro, y éste le dijo: “Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?”
Jesús le replicó: “Lo que yo hago tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde”
Pedro le dijo: “No me lavarás los pies jamás”
Jesús le contestó: “Si no te lavo, no tienes nada que ver conmigo”
Simón Pedro le dijo: “Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza”
Jesús le dijo: “Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos”
Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: “No todos estáis limpios”
Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo: “¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis ‘el Maestro’ y ‘el Señor’, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis”.