Para llevar a cabo esta investigación, los científicos usaron los datos de 6,985 adultos mayores de 68 años, inscritos al Health and Retirement Study de los Estados Unidos, de los cuales 4,016 eran mujeres. En el 2006 se le pidió a este grupo que contestaran un cuestionario psicológico acerca de sus metas en la vida y la información obtenida se utilizó para realizar una evaluación.
En la evaluación psicología se incluyeron estudios de depresión, ansiedad y otras patologías mentales, así como un cuestionario para conocer el nivel de optimismo de cada participante.
En general, los sujetos masculinos, sin hijos y que nunca estuvieron casados tenían una alta probabilidad de morir, junto con aquellos que no habían alcanzado un nivel escolar de bachillerato.
En el caso de las mujeres, la variable que afectaba con más frecuencia era la de no haber conseguido un grado de bachillerato y no haberse casado jamás.
En el caso de esta investigación, la asociación entre la mortalidad y el propósito en la vida fue evidente en enfermedades cardíacas, digestivas, de la sangre y cerebro vasculares, excluyendo -contra todo pronóstico- al cáncer.
Para los investigadores, esto se debe a que un fuerte propósito de vida contribuye a una buena actitud y a la motivación necesaria para que una persona se mantenga activa y sana.
Si la persona consiguió sus metas, su nivel de optimismo se mantendrá por una buena parte de su vida. Por el contrario, en aquellos individuos cuyas metas fueron truncadas por distintos motivos, su pesimismo los lleva a no procurar su estado físico y su salud como es recomendado.