A mucha gente le da aprensión tocarse el ombligo, pues la sensación que se produce es muy extraña.
Tu cicatriz de nacimiento conecta con fibras nerviosas que enlazan la pared interna del abdomen con la médula espinal. Pero, además, son las mismas fibras que llegan hasta la vejiga y la uretra para informar al sistema nervioso de que tenemos ganas de orinar.
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