Una segunda caravana de inmigrantes hondureños que el viernes salió de San Pedro Sula entró este sábado de manera dispersa en Guatemala, muchos de ellos de manera irregular porque no portaban su carné de identidad.
El grupo, alrededor de unos 170 que el viernes salieron desde la central de autobuses de la norteña ciudad de San Pedro Sula, la segunda más importante de Honduras, llegó disgregado al punto aduanero de Agua Caliente, fronterizo con Guatemala, donde muchos, en su mayoría hombres, se registraron en las ventanillas de control migratorio de los dos países.
Los inmigrantes, que salieron hacia las 04.00 horas locales (10.00 GMT) de San Pedro Sula, pernoctaron anoche en Nueva Ocotepeque, en el occidente del país, de donde esta madrugada comenzaron a salir en pequeños grupos hasta Agua Caliente, donde para pasar a Guatemala basta con portar el carné de identidad.
La extorsión, otro mal en el país
Los miles de hondureños que todos los años salen en caravana con la idea de llegar a Estados Unidos o México, si no hay posibilidad de avanzar más, por lo general aducen que abandonan su país por la falta de empleo y la violencia, flagelo último que, según fuentes oficiales, deja un promedio de catorce muertos diarios.
“Esta es la segunda vez que intento irme, ahora lo hago porque es imposible poder vivir con un pequeño negocio, debido a la extorsión”, dijo a Efe en la aduana de Agua Caliente Mauricio (nombre falso), procedente de la capital hondureña, donde dijo que tenía una “venta pequeña de calzado” y otra en un municipio cercano a Tegucigalpa.
Mauricio, quien señaló que por miedo omitía su verdadero nombre, y prefería no dar declaraciones frente a cámaras, acompañaba a un grupo familiar que salió en la caravana desde San Pedro Sula que hoy se fueron del país, “sin saber hasta dónde” llegarán, porque “ahora es muy difícil cruzar México”.
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“Los extorsionadores comenzaron exigiendo poco dinero pero ahora me piden 7,000 lempiras (unos 282 dólares) por uno de los negocios y 2,800 (112 dólares) por el otro, algo que es imposible poder pagar porque la venta diaria que se hace es muy baja”, agregó.
Pasos ciegos para adultos con niños
Al igual que en otras caravanas que salieron entre el 13 de octubre de 2018 y el 14 y 15 de enero de 2020, son muchas las mujeres, incluso hombres, viajando con niños de corta edad o adolescentes para quienes es obligatorio que lleven pasaporte.
Si los niños solamente van con uno de los padres, en el control migratorio exigen una autorización escrita de los dos padres para que los menores puedan salir del país, además del pasaporte, que no es obligatorio para los adultos si llevan el carné de identidad.
Los padres que llevan niños sin pasaporte buscan “pasos ciegos” como alternativa para pasar a Guatemala, eludiendo cruzar la línea de control migratorio en la que hay mucha presencia policial.
Efe pudo constatar hoy el paso de varios niños, con uno o sus dos padres, tomar un “paso ciego” en territorio hondureño para no pasar por el punto fronterizo oficial.
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Con ello evitan ser detenidos y que sus pequeños hijos sean llevados a una sala de un ente oficial a favor de la niñez y la familia que les atiende y evita que salgan del país.
Ana Rosa Torres, procedente de los alrededores de San Marcos de Colón, departamento sureño de Choluteca, fronterizo con Nicaragua, salió en la caravana desde San Pedro Sula con dos hijos, una de 20 años y el menor, de ocho, además de una nieta, de tres.
A la hija de Ana Rosa le acompaña su novio, un hondureño recién deportado después de haber vivido durante cinco años de manera ilegal en Estados Unidos.
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Ana Rosa y su hija hicieron el trámite migratorio sin ningún problema para pasar a Guatemala, pero los dos niños, incluido el de ocho años, quien es tío de la de tres, tuvieron que rodear un “paso ciego”. Ese recorrido los niños lo hicieron caminando, acompañados de la hija de Ana Rosa y su novio.
Al final, los cinco miembros de la misma familia llegaron a Guatemala, donde esperan seguir en ruta “hasta donde Dios quiera”, dijo Ana Rosa, madre de nueve hijos, quien en su comunidad se dedicaba a la venta de tortillas de maíz, por lo que ganaba unas 100 lempiras diarias (unos cuatro dólares), que es “muy poco dinero”, peor para una “madre soltera” que además no tiene casa propia.
*Con información de EFE