Autoridades anunciaron que una de las cajas negras del avión de China Eastern Airlines siniestrado el 21 de marzo, con 132 personas a bordo, reveló que el trágico incidente habría sido intencional. La segunda caja negra de la aeronave fue encontrada a finales del mes pasado.
Citando a fuentes de autoridades estadounidenses que participan en la investigación, entre estas la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte y el fabricante Boeing, el Wall Street Journal precisó que, tras el análisis de los datos que se han extraído de la grabadora de la cabina, se ha llegado a la conclusión de que el siniestro habría sido causado por una maniobra intencional. No obstante, la aerolínea asevera que “cualquier especulación no oficial puede interferir en la investigación del accidente (llevada a cabo por la autoridad de aviación de Beijing) y afectar al progreso real de la industria del transporte aéreo mundial”.
Flight data indicates someone in the cockpit intentionally crashed a China Eastern jet in March, killing 132 people, say people familiar with an early U.S. review https://t.co/WNzxTcX1YX
— The Wall Street Journal (@WSJ) May 17, 2022
Hermetismo sobre el accidente
El avión, un Boeing 737-800 de China Eastern Airlines (que conectaba las ciudades de Kunming y Cantón), perdió altura brutalmente y se estrelló en la provincia de Guangxi, sin dejar sobrevivientes entre los pasajeros y la tripulación. Inmediatamente después de la tragedia, el Partido Comunista Chino se apresuró para controlar la información al respecto, poniendo en marcha toda su maquinaria, a medida que medios de comunicación y los residentes locales se apostaban en el lugar.
Hasta ahora se había mantenido control sobre las informaciones y la investigación preliminar había dejado varias preguntas clave sin respuestas. Entonces no se detalló ninguna razón sobre por qué el avión simplemente se desplomó, aunque la administración china de aviación civil (CAAC) señaló que el personal cumplió con los requerimientos de seguridad antes de despegar, y afirmó que el avión no portaba ninguna sustancia peligrosa y que no pareció toparse con inclemencias climáticas.
Se trata del percance aéreo más mortífero que ha sufrido China en 30 años, terminando con la envidiable racha de seguridad aérea de la que gozaba Pekín.