La Copa Oro está a un día de iniciar su competición, por lo que las listas de los 16 participantes ya están completadas y con esto se puede saber cuál es el valor de mercado de cada una de las selecciones. En el caso de Guatemala, la bicolor se encuentra en la parte baja del ranquin con un precio de 7,48 millones de euros en total de la plantilla.
Este valor coloca a la bicolor en el puesto 13 dentro de las 16 selecciones participantes, siendo la peor valorada de todas las participantes del área de Centroamérica. Con menor valor que la bicolor solo se encuentra Martinica (4,38 mill. €), Cuba (1,78 mill. €) y San Cristóbal y Nieves (1,35 mill. €).
A nivel de toda la competición, el top 3 de selecciones mejor valoradas tiene a México como la más cara (152,60 mill. €) y siendo la única que sobre pasa los 100 millones de euros; en el segundo puesto está Estados Unidos (96,18 mill. €) y el podio es completado por Jamaica (94,53 mill. €).
Guatemala, un panorama complicado hasta en su grupo
Dentro de su grupo, el precio de sus jugadores tampoco le sonríe a Guatemala, ya que la bicolor es la tercera mejor ranqueada. Canadá, pese a no contar con sus grandes estrellas, es la mejor valorada con un precio de 39,228 millones, mientras que el segundo puesto lo ocupa Guadalupe (10,88 mill. €) y muy lejos por detrás de la bicolor está Cuba (7,48 mill. €).
¿Un sobresalto a nivel individual?
Los tres jugadores más caros de Guatemala son Aaron Herrera (2,00 mill. €), Rubio Rubín (1,20 mill. €) y Nathaniel Mendez-Laing (500 mil €), siendo los tres legionarios. A nivel del futbol nacional el más valioso es Rodrigo Saravia, quien a sus 30 años tiene un valor de 300 mil euros.
A nivel de grupo, Aaron Herrera, el jugador más valioso de la bicolor, es el octavo jugador del grupo D, pero a nivel general aparece hasta el puesto 62 de toda la competición. Esto deja ver que Guatemala a nivel de nombres queda muy lejos de las potencias en el área, por lo que más allá de actuaciones individuales, el país deberá enfocarse en lo grupal para intentar dar la campanada en un torneo al que llegan lejos de ser favoritos.