Hace 16 años, Pixar lanzó WALL-E, una pieza cinematográfica que se ha convertido en un referente del cine animado. La película no solo destacó por su conmovedora historia sobre un futuro distópico donde los seres humanos han sido domados por la tecnología.
Además, dio de qué hablar por todos los secretos detrás de su creativa y desafiante producción. Para crear el mundo arruinado de WALL-E, los artistas de Pixar encontraron inspiración en la zona oriental de Europa.
A fin de imaginar y plasmar el decadente estado del planeta Tierra que se aprecia en el film, los encargados del dibujado se centraron en Chernóbil, lugar asolado por la famosa catástrofe nuclear de 1986. Por otro lado, EVA fue concebida como una máquina avanzada. Stanton solicitó la ayuda de Jonathan Ive, diseñador del iPod, para revisar los esbozos.
¿Qué tuvo que ver Charles Chaplin en WALL-E?
Al momento de dar vida a un personaje como WALL-E, el equipo de Pixar se vio con un inmenso reto por delante: tenían que lograr que la audiencia empatizara con el robot sin hacer que este hablara. Eso implicó aprender a mostrar las diversas emociones del protagonista: alegría, enojo, tristeza, et, únicamente mediante los movimientos.
Por esta razón, los creadores de la cinta dedicaron tiempo a estudiar el trabajo de dos maestros de la gesticulación en el cine: Buster Keaton y Charles Chaplin.
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A la hora del almuerzo, todos debían acudir a la sala de proyección para ver los clásicos de estos legendarios artistas y aprender el arte de mostrar la emoción sin diálogo. El equipo también se inspiró en otros clásicos del cine para perfeccionar su arte.
Los realizadores vieron películas como 2001: Odisea del espacio (1968), El corcel negro (1979) y Never Cry Wolf (1983). Además, también utilizaban el sonido de manera efectiva sin depender en gran medida de los diálogos.