La frase "Crónica de una muerte anunciada" ha sido utilizada en diversas ocasiones para hacer alusión a situaciones cuyo desenlace, aunque esperado, no deja de ser doloroso. Tal es el caso de Rigoberto Gómez, quien fue destituido como técnico de la selección sub-17 de Guatemala tras no conseguir el pase al Mundial de la categoría, una eliminación que, si bien ya era predecible, aún dejó un sabor amargo para todos los involucrados.
El destino de Gómez parecía sellado mucho antes de la noticia oficial. La derrota sufrida ante Haití el pasado domingo fue el golpe definitivo. Durante la rueda de prensa posterior a esa caída, se le consultó al técnico sobre la posibilidad de renunciar a su puesto, a lo que respondió de manera evasiva, sugiriendo que "eso no dependía de ellos" y que "otros son los que decidían el futuro". La alusión a la incertidumbre sobre su continuidad, sin embargo, era solo un preámbulo a lo inevitable.
Rigoberto Gómez es despedido
Solo dos días después, el futuro ya no era incierto: Rigoberto Gómez fue destituido como entrenador de la selección sub-17 de Guatemala. Pero la decisión no terminó ahí, ya que también se le informó que su relación con la Selección Mayor de Guatemala llegaba a su fin, dejando de ser asistente técnico de Luis Fernando Tena. Un golpe de realidad que parecía, en muchos aspectos, inminente.
La gestión de Rigoberto Gómez al frente de las selecciones juveniles de Guatemala no pasó desapercibida, pero no precisamente por sus éxitos. El paso del técnico por las categorías menores del país estuvo marcado por una serie de fracasos que se hicieron evidentes en el terreno de juego. A lo largo de su mandato, no se logró una conexión adecuada entre los jugadores, quienes no lograron compaginarse de manera eficiente en las competiciones. La elección de los convocados fue también un punto criticado, pues muchos vieron que no se lograron convocar a los jugadores más adecuados para afrontar los retos del equipo.
La eliminación ante Haití fue solo la gota que colmó el vaso. El público guatemalteco, siempre tan apasionado por su selección, expresó su frustración con una combinación de desilusión y rabia. La expectación por un mejor desempeño de los jóvenes futbolistas de Guatemala fue alta, y la caída ante un rival como Haití fue un fuerte golpe a la moral del fútbol nacional, sobre todo al tratarse de una generación con gran potencial.
