La FIFA vuelve a estar en el centro de la polémica. Su presidente, Gianni Infantino, ha sido acusado de vulnerar las reglas de neutralidad política del organismo luego de premiar al expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, con el recién creado Premio de la Paz de la FIFA durante el sorteo del Mundial 2026 en Washington D. C. Esta decisión, sumada a diversas declaraciones públicas de apoyo hacia Trump, ha despertado fuertes críticas y ha motivado la intervención del comité de ética de la institución.
La organización FairSquare, dedicada a la defensa de los derechos humanos, entregó una carta de denuncia —a la cual tuvo acceso BBC Sport— en la que asegura que Infantino incurrió en "cuatro violaciones claras" de las reglas que obligan a la FIFA a mantenerse políticamente neutral. En dicha carta se afirma que el simple hecho de conceder un premio de este tipo a un líder político en funciones constituye una infracción evidente. Además, se señala que el presidente de la FIFA no posee la autoridad para redefinir unilateralmente la misión, los valores o la dirección estratégica del organismo.
La FIFA se mete en graves problemas
El acto de premiación, celebrado en el Kennedy Center, mostró a Infantino y Trump compartiendo escenario en un ambiente solemne. El expresidente estadounidense recibió un gran trofeo dorado, acompañado de una medalla y un certificado. Durante su discurso, Infantino elogió abiertamente a Trump, asegurando que "esto es lo que queremos de un líder" y expresando: "siempre podrá contar con mi apoyo, señor presidente". Estas palabras, más allá de su intención, reforzaron las sospechas de un alineamiento político incompatible con el cargo que ocupa.
Las controversias no se limitan a aquel evento. En meses recientes, Infantino publicó en Instagram que Trump "definitivamente merece" el Premio Nobel de la Paz, y en noviembre afirmó durante un foro empresarial en Miami que "todos deberíamos apoyar lo que él está haciendo". FairSquare también denunció un video publicado por Infantino en enero, tras ser invitado a la investidura presidencial de Trump, interpretándolo como una señal más de respaldo político.
Para Nicholas McGeehan, director del programa de FairSquare, la situación excede el debate sobre el apoyo personal de Infantino a Trump. Según él, esta queja expone un problema mucho más profundo: una estructura de gobernanza que permite al presidente de la FIFA actuar sin límites claros, ignorando normas internas y comprometiendo la integridad de la organización que dirige el deporte más popular del mundo.
Por ahora, la FIFA no ha emitido una respuesta oficial. Sin embargo, la presión pública y la gravedad de las acusaciones sugieren que el episodio podría desembocar en una nueva revisión del liderazgo y la transparencia dentro del organismo. El debate sobre la neutralidad política —un principio fundamental para evitar interferencias y favoritismos— volverá a ser clave en el futuro inmediato de la federación internacional.



