La comunidad de Filadelfia, en el departamento de Retalhuleu, se encuentra en medio de una disputa legal que pone en riesgo su sueño de poseer tierras adquiridas de buena fe. Esta lucha involucra a tres actores principales: el propietario de la finca, un agricultor que enfrenta dificultades financieras; un inversionista; y un grupo de aproximadamente 80 familias que han trabajado en la finca durante años.
Antecedentes de la situación
En 2018, el propietario, agobiado por deudas bancarias, comenzó a vender parcelas de la finca Filadelfia para saldar su préstamo. La propiedad, de más de 2,7 millones de metros cuadrados, fue desmembrada en fracciones, y alrededor de 60 familias, muchas de ellas compuestas por antiguos trabajadores de la finca, adquirieron sus terrenos. Ante el éxito inicial de las ventas, se dispuso a ofrecer más partes de la finca, sumando a 26 familias más a la lista de compradores.
Pese a las promesas de venta y ciertos compromisos de pago, los problemas comenzaron a surgir. El agricultor fue incapaz de entregar las escrituras a los nuevos propietarios, quienes empezaron a presionarlo individualmente. Las excusas del propietario se volvieron comunes y, para diciembre de 2022, un grupo de compradores comenzó a investigar más a fondo su situación financiera.
En esa búsqueda, reciben la llamada del representante de un banco del sistema, quien les recomienda interponer una denuncia contra el deudor y propietario de la finca, ya que este sentaría como precedente si la institución accionaba contra el propietario por la insolvencia. Luego de un fallido intento con un profesional local, Filadelfia se dirigió a Quetzaltenango en donde pagó una fuerte suma para lograr contactarse con el propietario de la finca, quien aseguró que pondría otra porción del inmueble para solventar el pago y entregar las escrituras.
Surge nuevo propietario
El 24 de noviembre de 2023, el inversionista hizo su aparición en la finca con un grupo armado, reclamando la propiedad y advirtiendo que el desalojo sería inminente. Las familias de Filadelfia se enfrentaron a la posibilidad de perder sus hogares, ya que el nuevo propietario se presentó de manera arrogante. Las tensiones aumentaron y, tras un intento de negociación, el nuevo actor se mostró inflexible, exigiendo que las familias desalojaran las tierras mientras amenazaba con acciones legales.
El 11 de febrero de 2024, la situación se intensificó cuando el inversor utilizó drones para fumigar los cultivos de algunos miembros de Filadelfia, lo que llevó a la comunidad a presentar una denuncia ante el Ministerio Público. Sin embargo, varias situaciones pusieron en duda sus posibilidades de obtener justicia pronta y cumplida por parte de las autoridades del ente investigador. Esto derivó un cambio de representación legal, buscando un enfoque más efectivo para enfrentar la situación.
En una escalada de acciones legales, el sujeto que reclama las propiedades formuló una querella ante el Ministerio Público, mientras que Filadelfia argumentaba que la propiedad no había sido adquirida de manera ilegal, ya que muchos de sus miembros habían poseído terrenos desde 2018. A pesar de que el juez inicialmente otorgó medidas cautelares que favorecieron al inversionista, la comunidad se mantuvo firme en su defensa judicial, buscando demostrar que estaban en su derecho legal de ocupar la propiedad.
Continúan batalla por su hogar
Después de varios intentos de conciliación y apelaciones, un tribunal finalmente otorgó un amparo provisional a las familias de Filadelfia, invalidando las medidas cautelares impuestas por el juez. A pesar de esto, el conflicto continúa, con el inversor apelando la decisión de la sala mixta.
El 21 de mayo de 2025, en un último esfuerzo por hacer valer sus derechos, Filadelfia se presentó ante la Corte de Constitucionalidad en búsqueda de justicia. Argumentan que la lucha de esta comunidad no es solo por sus tierras, sino también por su dignidad y el futuro de sus hijos.
En medio de esta larga batalla legal, las familias de Filadelfia siguen buscando apoyo y esperanza. Son conscientes de que están enfrentando un camino desafiante, pero se mantienen firmes en su convicción de que, a pesar de los obstáculos, tienen el derecho de reclamar lo que con esfuerzo y sacrificio han trabajado durante años.
