Desolación, silencio, olor a gasolina y a bombas lacrimógenas. Un ambiente lúgubre pero con movimiento tenso.
Así quedó la calle del Congreso de la República después de la agitada jornada que se vivió en el Día de la Independencia.
Desolación, silencio, olor a gasolina y a bombas lacrimógenas. Un ambiente lúgubre pero con movimiento tenso.
Así quedó la calle del Congreso de la República después de la agitada jornada que se vivió en el Día de la Independencia.
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