Val Kilmer, famoso por haber interpretado al “hombre murciélago” en Batman Forever, siempre ha sabido proteger su vida íntima. Fue discreto dentro y fuera de las cámaras.
Hasta ahora se sabía que estuvo casado entre 1988 y 1996 con Joanne Whalley, con quien tuvo dos hijos. Rumores de romances con Cher, Drew Barrymore y Cindy Crawford protagonizaron los titulares.
Pero después de años de resguardar su intimidad, el actor se decidió a hablar. El pasado abril lanzó su autobiografía, titulada I’m Your Huckleberry, una referencia a la famosa línea de su personaje de “Doc Holliday” en la película Tombstone.
En él hizo una sorprendente confesión acerca de su vida personal.
“No he tenido una novia en 20 años. La verdad es que parte de todos los días estoy solo. “Siempre he encontrado a las mujeres infinitamente más interesantes que los hombres”, escribió. “Quizás es por eso que siempre nos hemos llevado bien. Somos grandes elefantes rojizos … y ellas son mariposas”.
Acerca de sus amores, Kilmer escribió que estaba “irremediablemente enamorado” de Carly Simon y que con Ellen Barkin tuvo algo “tan caprichoso como torbellino“. De Cindy Crawford pensó “que podría haber muerto por su amor, no porque fuera difícil, sino porque su deleite era simplemente demasiado para soportar”.
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También dijo haber estado enamorado de Angelina Jolie. “Cuando la gente me pregunta cómo es ella, siempre digo que es como otras mujeres y otras superestrellas, pero solo más: Guapa, sabia y mágica”.
Adiós al personaje
Existe una anécdota que explica las razones de Val para no volver a interpretar a Batman, el superhéroe con el que algunos actores se han consagrado y que cientos más sueñan con dar vida.
Un día cualquiera en la filmación de Batman Forever, en 1995, él estaba por quitarse el traje cuando llegó el inversor y empresario Warren Buffett, acompañado por sus nietos.
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Ellos querían ver a Batman, así que Kilmer se acomodó el traje y comenzó a convivir con ellos, pero fue ahí donde sintió que en realidad él no interesaba, solo la figura del superhéroe.
Los niños querían ponerse la máscara y subir al Batimóvil. Entendió entonces que el personaje tenía que ser anónimo, no una persona real. Eso fue suficiente para que nunca volviera a ponerse el traje de Batman, algo que también le resultaba una tortura física. Cada vez que se lo quitaba se sentía liberado.