“Misión cumplida”, afirma Juan Manuel Ballestero, un navegante argentino que, sin vuelos disponibles, hace poco menos de tres meses zarpó de Portugal con un objetivo en mente: volver a ver a sus ancianos padres en medio de la amenazante pandemia de coronavirus.
“¡Lo logré, lo logré, lo logré!”, señala a la AFP. A los 47 años y luego de una extenuante travesía de 85 días, Ballestero llegó a Mar del Plata, su ciudad, en un día de tormenta la semana pasada.
Luego de realizarse un test de coronavirus que dio negativo, pudo bajar a tierra firme para ver a sus padres Nilda y Carlos, de 82 y 90 años respectivamente.
#Navegante #MarDelPlata #pandemia #coronavirus El marplatense Juan Manuel Ballestero arribó al puerto de Mar del Plata en un velero para reencontrarse con sus padres. Salió desde Portugal y recorrió más de 8.000 kilómetros. pic.twitter.com/nnDRS57jvC
— Radio Brisas (@RADIOBRISAS) June 18, 2020
“He logrado (aquello por) lo que estuve luchando estos últimos tres meses. Se resumía a esto, a estar con la familia, por eso vine”, afirma el hombre que pretendía llegar a Argentina el 15 de mayo para los 90 años de su padre, y que finalmente le dio la alegría de festejar con él el Día del Padre este domingo.
Ballestero, quien reside en España donde trabaja realizando paseos marítimos, resolvió viajar por mar a Argentina cuando en medio de la explosión de casos de coronavirus se cancelaron las conexiones aéreas con su país.
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Tiempo para reflexionar
Durante la travesía “escuchaba que moría gente por día, a miles” y “estaba en el medio de la naturaleza viendo que el mundo continúa, había delfines y ballenas… y la humanidad pasando por este momento tan difícil”, reflexiona.
Durante un período de 54 días su familia no tuvo noticias de él.
Pero “sabíamos que iba a llegar, no teníamos duda”, enfatiza Carlos junto a su hijo del que -en medio de una pandemia que deja ya mil muertos en Argentina, la mayoría personas mayores-, destaca: “Venía a Mar del Plata a estar con los padres”.
La primera escala del viaje de 12.000 km fue Vitoria, en Brasil, y la última antes de llegar a destino La Paloma, en Uruguay.
Ahora su velero, el “Skua”, de apenas 8,8 m de eslora, descansa en el Cluba Náutico de Mar del Plata en espera de la próxima aventura.