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Salvadoreños redescubren las calles tras un año de “guerra” contra las pandillas

Antes de que el presidente Nayib Bukele lanzara una "guerra" contra las pandillas en El Salvador, para cualquier persona era arriesgado cruzar del "territorio" dominado por una banda criminal al de otra.

“Así ya uno puede caminar […], para mí está bueno eso, lo que ha hecho el señor presidente“, dice a la AFP Norma Gómez, de 58 años, mientras vende ungüentos para la piel en una calle de San Salvador.

Antes de que el presidente Nayib Bukele lanzara una “guerra” contra las pandillas en El Salvador, para cualquier persona era arriesgado cruzar del “territorio” dominado por una banda criminal al de otra.

Le puede interesar: Análisis: “Las pandillas en Guatemala han tenido su metamorfosis criminal”

Un año después la gente camina sin temor de un barrio a otro y miles de comerciantes dejaron de pagar extorsiones a las pandillas, pero organismos de derechos humanos y la Iglesia Católica critican los métodos de Bukele.

“Hoy tengo la confianza de que mi hija y mi hijo salgan de su escuela, y vayan solos a casa usando el transporte público, sin temor que pandilleros los vayan a interceptar”, indica Mauricio Reyes, empleado de 51 años.

120 mil salvadoreños muertos

La Mara Salvatrucha y la Barrio 18, con sus dos facciones, habían establecido “fronteras” en las áreas que controlaban, donde todos tenían que someterse a sus reglas bajo riesgo de perder la vida.

Controlaban el 80% del territorio del país, según Bukele, y se financiaban con extorsiones y narcomenudeo, y negocios de transporte, comercios y moteles, ahora desmontados por las autoridades.

Tomaron el control territorial después del fin de la guerra civil (1980-1992) y se les atribuyen 120 mil muertes, más que las que hubo en el conflicto armado (75 mil).

“Megacárcel” para pandilleros

Todo comenzó a cambiar el 27 de marzo de 2022. Por pedido de Bukele, el Congreso aprobó un régimen de excepción que faculta a la policía y al ejército a hacer arrestos masivos sin orden judicial, en respuesta a una escalada de violencia que dejó 87 muertos.

El presidente lanzó redadas masivas en ciudades y construyó la cárcel “más grande de América”, para 40.000 reos. En imágenes divulgadas por Bukele se observa a cientos de presos tatuados, descalzos, encadenados y con sus torsos desnudos, vistiendo apenas un pantaloncillo blanco mientras son trasladados a esta prisión.

Más de 66 mil presuntos pandilleros han sido detenidos y Bukele parece cerca de acabar con estas temidas bandas.

Antes la inseguridad agobiaba a los salvadoreños, pero ahora el 92% admite que la seguridad mejoró, según una encuesta del diario La Prensa Gráfica. “La seguridad está buena, antes no. Hoy nos movemos libremente”, dice a la AFP el vendedor ambulante Carlos Dueñas, de 57 años.

Lo positivo y lo negativo

El investigador Carlos Carcach, de la Escuela Superior de Economía y Negocios, declara a la AFP que “lo que es evidente es prácticamente la neutralización (…) y parece que es el desbaratamiento, de las estructuras pandilleriles, y eso es positivo”.

Ahora “hay posibilidades reales de ingresar a múltiples colonias adonde anteriormente era sumamente difícil o riesgoso”, reconoce la jefa del Instituto de Opinión Pública de la Universidad Centroamericana, Laura Andrade.

Carcach admite que hay también un efecto “negativo”, pues se “ha completado el proceso de desarticulación de todo el andamiaje institucional en materia de seguridad púbica y derechos humanos”.

Hubo una “cesión de derechos por parte de la población a cambio de una aparente o real mejoría en la seguridad”, afirma.

Amnistía Internacional y Human Rights Watch han criticado los métodos de Bukele, lo mismo que la jerarquía católica.

En una misa en memoria del arzobispo Oscar Arnulfo Romero (asesinado en 1980), el cardenal Gregorio Rosa Chávez dijo el viernes que siente “tristeza, frustración, impotencia, vergüenza y sentido de culpa”.

“Sentimos culpa porque muchos de nosotros nos hemos acobardado, nos hemos quedado mudos, nos hemos hundido en la indiferencia. Parecemos un pueblo anestesiado, acomodado en su pequeño mundo, gozando de una paz muy semejante a la paz de los cementerios”, agregó el cardenal.

De su lado, el juez Juan Antonio Durán afirma que “ha sido un año nefasto” para la justicia “por las violaciones a los derechos humanos” de inocentes detenidos sin “el debido proceso”.

Los jóvenes

Bukele aspira a la reelección en febrero de 2024.

“Sigo pensando que el régimen de excepción es una estrategia fundamentalmente de corte político, de corte electoral, y en ese sentido se va a mantener muy probablemente hasta después de las elecciones”, dice a la AFP el académico José Miguel Cruz, de la Universidad Internacional de Florida (EEUU).

Antes los jóvenes eran los más afectados por la violencia pandillera, según el gobierno, pero muchos de ellos todavía tienen miedo.

“Antes nuestros jóvenes eran asediados por las pandillas […], ahora el joven sale con temor porque el régimen de excepción también se los va a llevar si le caen mal al soldado o al policía”, dice a la AFP el fontanero José Sánchez, de 55 años.

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