El albañil Manuel Rojche no sabe por cuál candidato votar este domingo en Guatemala, pues no presta atención a la campaña electoral desde que murió su hijo, quien había emigrado en busca del sueño americano.
Pero Rosa Choc ni siquiera sabe si acudirá a sufragar, porque siempre lo hacía en compañía de su marido, quien falleció junto al hijo de Rojche en el incendio de un centro de detención de migrantes en México, el 27 de marzo.
“Mi familia estaba completa […], pero ahora ya no, se destruyó, todo está destruido”, dice el albañil entre lágrimas a la AFP.
“Yo me enfermé también, yo lloraba porque él no estaba conmigo”, señala a la AFP la mujer de 37 años, quien no sabe qué hacer para sacar adelante a sus cinco hijos, de entre 15 y 3 años.
“Les voy a sacar adelante”
Diez millones de los 17.6 millones de guatemaltecos viven en la pobreza, según datos oficiales. Esto induce a miles de ellos a marcharse a Estados Unidos, convencidos de que si se quedan en su país jamás saldrán de la miseria.
Unos pocos afortunados consiguen establecerse -legal o ilegalmente- en Estados Unidos, mientras que muchos otros son capturados y vuelven deportados a Guatemala.
Los menos afortunados mueren en la travesía, como sucedió a 19 guatemaltecos que formaban parte de los 40 migrantes que perecieron en el incendio en México.
Entre ellos estaban Francisco Rojche, el hijo de 21 años del albañil, y el marido de Rosa, Miguel Rojche, quien tenía 37 años.
Ambos eran parientes y habían partido juntos desde Las Siete Vueltas, una aldea de frondosa vegetación del municipio de Chicacao, a unos 100 km al oeste de la capital guatemalteca.
Confiaban en conseguir empleos en Estados Unidos para sacar a sus familias de la pobreza.
“La necesidad lo obliga a uno” a emigrar, cuenta Manuel Rojche en la rústica casa de bloques de cemento y techo de planchas de zinc, que él mismo construyó.
“Me voy para allá, [a Estados Unidos…] y yo les voy a sacar adelante, les voy a sacar adelante, ‘pa’, porque ya trabajaste mucho”, recuerda que le dijo su hijo antes de emprender la arriesgada travesía.
En la sala hay un pequeño altar con velas, flores y fotos de Francisco, el segundo de sus cinco hijos. Ahora el gran temor del padre es que otro de sus hijos quiera emigrar.
“Ya me entra miedo que alguien me diga ‘que me voy’ […]. Ya me entró miedo demasiado”, indica el albañil de 46 años.
“Si uno pudiera sacar sus visas, que se va en avión, pues ya cambian las cosas”, agrega.
#EUNacionales La Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV) de México está a cargo del procedimiento.
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— Emisoras Unidas (@EmisorasUnidas) May 18, 2023
“Necesito que me ayuden”
En 2018, el mismo Manuel Rojche partió ilegalmente a Estados Unidos, desde donde fue deportado. Optó por quedarse en Guatemala y ahora se gana la vida construyendo una casa, no lejos de la suya.
Le pagan 100 quetzales (12,5 dólares) diarios, con lo que obtiene poco más de 300 dólares al mes, que apenas le alcanzan para cubrir las necesidades básicas de su familia.
Rosa Choc, en cambio, no tiene empleo ni ingresos para mantener a sus cinco hijos y a su madre viuda. No ha recibido ninguna ayuda del gobierno ni del municipio tras perder a su marido, por lo que ella, sus cinco hijos y su anciana madre sobreviven con los alimentos que les regalan los vecinos.
Rojche, quien es católico, asegura que votará este domingo después de misa, pero Rosa no está segura de ir a sufragar. El voto es voluntario en Guatemala.
Las familias de ambos fallecidos no están interesadas en la política, pues tienen otras preocupaciones: se endeudaron para financiar el viaje de Francisco y Miguel, y ahora deben buscar medios para pagar esas obligaciones.
“(Al) presidente de México y al de Guate, lo que yo quiero que me ayuden, porque ellos no hicieron nada [para salvarlos] […], dejaron ahí que se murieran, ahorita necesito que me ayuden”, dice la humilde mujer.
Retorno a Guatemala: “Contenta y a la vez triste”
Entre los 379 guatemaltecos deportados desde Estados Unidos ayer tampoco había muestras de interés por los comicios, pero algunos estaban contentos de volver a reunirse con sus familias. Más de 21 mil guatemaltecos han sido expulsados de Estados Unidos en lo que va del año.
“Tenía ese deseo del sueño americano y ahora, pues, ya me di cuenta de todo lo que uno sufre en el camino y, pues, prefiero quedarme aquí en Guatemala”, dice a la AFP José Raymundo, de 26 años, tras descender del vuelo chárter en la base aérea contigua al aeropuerto de la capital guatemalteca.
“Estoy contenta y a la vez estoy triste, porque fui allá y no pude lograr algo”, indica Glendy Escalón, de 23 años.
* Con información de la agencia de noticias AFP.