El Papa Francisco, fallecido el 21 de abril de 2025 a los 88 años, dejó un testamento que refleja su vida de sencillez y profunda espiritualidad. El documento, fechado el 29 de junio de 2022, fue publicado por el Vaticano tras su muerte y revela sus últimas voluntades.
En su testamento, el Papa Francisco expresó su deseo de ser enterrado en la Basílica de Santa María la Mayor en Roma, un lugar que visitaba con frecuencia para rezar al inicio y al final de cada viaje apostólico. Solicitó que su sepultura se ubique en un nicho de la nave lateral, entre la Capilla Paulina y la Capilla Sforza, en la tierra, sin decoración particular, y con la única inscripción: "Franciscus".
Este gesto rompe con la tradición papal de ser enterrado en el Vaticano, mostrando su preferencia por un lugar de devoción mariana y cercanía al pueblo. Además, el Papa Francisco pidió que los gastos de su sepelio fueran cubiertos por un benefactor previamente designado y delegó la ejecución de estas disposiciones al cardenal Rolandas Makrickas.
En su mensaje final, ofreció los sufrimientos de su etapa final de vida por la paz mundial y la fraternidad entre los pueblos.
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Este testamento no solo es un acto de humildad, sino también un testimonio de su fe y compromiso con la Iglesia y la humanidad. Su decisión de evitar ceremonias grandilocuentes y optar por una sepultura sencilla refleja su visión de un Papa como "pastor y discípulo, no un poderoso de este mundo".
A lo largo de su pontificado, Francisco defendió una Iglesia más cercana a los pobres, más comprometida con el medio ambiente y abierta al diálogo interreligioso.
Su testamento es la última expresión de esos valores: no quiso monumentos ni honores, solo un testimonio silencioso que hable de Dios desde la sencillez. Con este gesto final, deja un legado de humildad, fe y dedicación al servicio de los demás, invitando a todos a seguir su ejemplo de vida sencilla y comprometida con el prójimo.