El papa Francisco eligió la Basílica de Santa María la Mayor como su última morada, marcando un momento significativo en la historia del lugar y de la Iglesia Católica. Esta basílica, situada a aproximadamente seis kilómetros del Vaticano, tiene un arraigado sentido espiritual para el pontífice, quien expresó su deseo de ser enterrado en este antiguo santuario.
En su testamento, escribió: "Deseo que mi último viaje terrenal termine precisamente en este antiguo santuario mariano, donde siempre me detengo a rezar al inicio y al final de cada viaje apostólico, confiando mis intenciones a la Madre Inmaculada y dando gracias por su dulce y maternal cuidado".
Santa María la Mayor es una de las cuatro basílicas papales de Roma, construida sobre los cimientos de una iglesia del siglo IV. Según la tradición, el papa Liberio (36º pontífice) mandó edificarla en el lugar donde ocurrió una nevada inusual en verano, tras una aparición de la Virgen María a una pareja de patricios.
La importancia de Santa María la Mayor
La decisión de Francisco de ser enterrado en Santa María la Mayor podría aumentar la importancia de este templo, que, aunque no tiene la misma fama que la Basílica de San Pedro, han sido consideradas por muchos fieles como un espacio excepcional de devoción. A diferencia de otras iglesias, Santa María la Mayor no tiene forma de cruz, sino que preserva la estructura del antiguo templo romano dedicado a la diosa Cibeles.
Su interior es igualmente notable, rico en decoraciones que abordan diferentes épocas, desde el periodo bizantino hasta el barroco. La iglesia está adornada con mosaicos hechos con oro traído de América, lo que añade aún más valor histórico y artístico al recinto. Se dice que este oro fue traído por Cristóbal Colón.
Para quienes buscan experimentar la profundidad espiritual del lugar, Santa María la Mayor alberga valiosas reliquias, entre ellas cinco maderos que supuestamente pertenecieron a la cuna de Jesús en Belén. Estas reliquias se encuentran en un impresionante relicario de cristal de roca, oro y bronce, situado a los pies del altar mayor. Según Andreas Raub, historiador del arte de la Basílica, "los maderos han sido fechados científicamente como pertenecientes al período de su nacimiento (de Jesucristo)".
El papa Francisco se unirá a otros siete papas que ya descansan en este templo, destacando a San Pío V (1504-1572), cuyo cuerpo es visible en la Capilla Sixtina o de la Natividad, conservado en una urna de cristal. Otros papas que reposan en esta basílica son:
- Clemente IX (1600-1699), conocido por beatificar a Santa Rosa de Lima, la primera santa de América Latina.
- Sixto V (1521-1590).
- Clemente VIII (1536-1605).
- Nicolás IV (1227-1292).
- Honorio III (1150-1227).
- Pablo V (1550-1621).
Además de los papas, Santa María la Mayor también es el lugar de descanso de personajes célebres como el arquitecto y escultor Gian Lorenzo Bernini (1598-1680), creador de la famosa columnata de la Plaza de San Pedro, así como de Paulina Bonaparte (1780-1825), hermana de Napoleón Bonaparte.
Una conexión espiritual profunda
El vínculo entre el papa Francisco y la Basílica de Santa María la Mayor es notable, y su salud no ha interferido en su devoción. A pesar de una neumonía bilateral que sufrió en sus últimas semanas de vida, el 23 de marzo se detuvo en el templo justo al ser dado de alta del hospital Gemelli de Roma. El pontífice entregó un ramo de flores al cardenal Rolandas Makrickas, arcipreste coadjutor de la basílica, pidiéndole que las colocara ante el ícono de la Virgen llamada Salus Populi Romani (la Protectora del Pueblo Romano).
Además, el 12 de abril, Francisco visitó nuevamente el templo para orar ante el ícono bizantino de la Virgen María, apodada Nuestra Señora de las Nieves, que, según la tradición, fue pintada por el evangelista Lucas sobre un fragmento de la mesa utilizada por Jesús en la última cena. Este nivel de conexión espiritual resalta la relevancia eterna de Santa María la Mayor, un lugar de encuentro entre el arte, la historia y la fe.