La Corona de Adviento es una de las tradiciones de la temporada que tiene como propósito la preparación espiritual de las familias católicas previo a la Navidad. Este símbolo, presente en muchos hogares durante las semanas que anteceden la Nochebuena (tiempo litúrgico de Adviento) no solo acompaña la espera del nacimiento de Jesús sino que fortalece los lazos familiares y el sentido de pertenencia en la comunidad.
La Corona de Adviento marca el inicio de la temporada navideña entre los católicos, quienes cada domingo se reúnen para rezar y encender una de sus cuatro velas, en medio de reflexiones y cantos que preparan el corazón hacia la llegada del Mesías.
Un ritual cargado de significado
Aunque para algunos se trate de un adorno clásico en las mesas de las familias durante la temporada navideña, la Corona de Adviento está cargada de significados especiales.
El círculo de la corona representa el amor de Dios, eterno e infinito, que invita a las familias a cultivar el amor mutuo y permanente. Las ramas verdes, habituales de pino o abeto, simbolizan la esperanza y la vida. Se trata de una herencia con raíces precristianas que, según historiadores, fue adoptada y resignificada por la fe cristiana para reemplazar antiguos ritos de invierno, transformándose en una catequesis visual sobre la espera del Salvador.
Las cuatro velas —tres moradas y una rosa, según la liturgia católica actual— son el eje de este rito. El encendido progresivo de las velas cada domingo de Adviento simboliza la esperanza y la luz creciente que anuncia la venida de Cristo a un mundo marcado por la oscuridad del pecado. El primer y segundo domingo se encienden velas moradas, el tercero la vela rosa —que expresa gozo— y el cuarto la morada restante. En algunas regiones, la corona se completa con una quinta vela blanca, la cual se enciende la noche del 24 de diciembre.
Elementos y preparación en el hogar
El lugar donde se coloca la corona se considera especial y se recomienda decorarlo cuidadosamente. Incluso los más pequeños participan en la preparación, reforzando el sentido de comunidad y enseñanza dentro del núcleo familiar. Junto a la corona, se pueden añadir figuras como la Virgen María, luces cálidas y elementos detallados como manzanas rojas y listones rojos, que representan los frutos del Edén y el amor de Dios respectivamente.
- Círculo de la corona: Significa el amor eterno de Dios.
- Ramas verdes: Simbolizan esperanza y vida.
- Velas: Reflejan la luz de la salvación.
- Manzanas rojas: Remiten al Jardín del Edén y la promesa de redención.
- Listón rojo: Recuerda el amor que nos envuelve a Dios y a los demás.
Cómo se reza la corona de Adviento
Las familias suelen reunirse a una hora prevista para la oración. El acto comienza con el encendido de la vela correspondiente en silencio o acompañados por cantos y una breve lectura del Evangelio. Existen guías específicas y textos recomendados, pero en su ausencia, se sugiere tomar la lectura del evangelio dominical y meditar juntos, permitiendo intervenciones y peticiones de todos los participantes.
El proceso incluye varios pasos organizados:
- Nombrar un monitor para guiar la ceremonia
- Distribuir roles — como lector, encargado de velas y cantos, y participantes para las oraciones
- Apagar las luces antes de iniciar y encenderlas al terminar, para marcar el paso de la oscuridad a la luz
- Reflexión familiar tras la lectura, sobre temas como el amor recíproco o el compromiso de mejorar durante el Adviento
- Cierre con una oración general y el rezo del Padre Nuestro tomado de la mano
- Finalizar con un canto tradicional, por ejemplo "Ven, Ven, Señor, no tardes"
Presencia y sentido actual de la tradición
Hoy la corona de Adviento se practica preferentemente en los hogares latinoamericanos, como preparación íntima y familiar de la Navidad. Aunque no es un rito propiamente litúrgico en el calendario católico, su integración pedagógica y catequética permanece vigente, acercando a los niños y adultos al misterio de la espera cristiana y fortaleciendo valores como la oración, la esperanza, el amor y la solidaridad.
El Adviento es el tiempo propicio para pensar en quienes nos rodean, revisar nuestras relaciones familiares y practicar la caridad y la paz, en sintonía con la esperanza encendida en cada una de las velas de la corona.
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