Centroamérica cuenta con gran riqueza hídrica pero su disponibilidad enfrenta retos no solo de infraestructura sino de gestión integral, incluidos aspectos como avanzar hacia procesos agrícolas sostenibles y la protección de las fuentes de agua, afirmó a Acan-Efe una funcionaria de la FAO.
“Existen problemas asociados a la contaminación y el manejo ineficiente de los recursos hídricos”, destacó la Oficial de Tierras y Aguas de la FAO, Vera Boerger, a propósito de la conmemoración del Día Mundial del Agua.
La disponibilidad del agua no es uniforme
Al hacer un diagnóstico de la situación del recurso, Boerger indicó que “a pesar de que la región posee abundante provisión de agua, debido a múltiples factores climáticos y geográficos, su disponibilidad y distribución no es uniforme”.
Centroamérica, donde viven más de 50 millones de personas, cuenta con “un capital hídrico per cápita de aproximadamente 31.064 metros cúbicos y una precipitación promedio anual que oscila entre los 1 mil 150 milímetros y los 5 mil milímetros, según datos recogidos en la Estrategia Centroamericana para la Gestión Integrada de Recursos Hídricos del Sistema de la Integración Centroamericana (SICA)”.
Fragilidad en el corredor seco
Pero al mismo tiempo, existe gran fragilidad del recurso, lo que afecta especialmente al Corredor Seco -que abarca zonas de El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá- donde viven 10.5 millones de personas, de las cuales 1.6 millones se encuentran en inseguridad alimentaria, precisó Boerger.
Además, la disponibilidad de agua de calidad para la producción de alimentos y el consumo humano en la región se ve comprometida por la creciente demanda y presión sobre las cuencas y fuentes de agua.
Ello debido a una población en aumento, las prácticas de producción no sostenibles, y la falta de inversión tanto en infraestructura para provisión, saneamiento y riego, como de mecanismos eficiente de gobernanza.
Para hacer frente a esta realidad, FAO enfatiza en la necesidad de que la región adopte de forma generalizada prácticas sostenibles de ordenación de tierras y aguas; así como innovaciones en materia agrícola que incluyan, por ejemplo, la agrosilvicultura, sistemas integrados agropecuarios y de irrigación, entre otros.