Francisco Pérez de Antón, escritor y ganador del Premio Nacional de Literatura Miguel Angel Asturias en 2011, habla con A Primera Hora de su nueva producción literaria: “La corrupción de un presidente sin tacha”.
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“Mi libro tiene una pregunta. Es el caso de un presidente buena persona, decente, digno, como se pensaba en sus días de Jimmy Morales… esa esperanza que crea ese hombre que se vendió como una persona honrada. ¿Es posible la corrupción de un presidente sin tacha?”.
Es un nuevo terreno el que experimenta Pérez de Antón, el del triller del poder. Un género que empieza con Domingo Faustino Sarmiento que escribe ‘Facundo’ en 1845, en Argentina y que es renovado por Ramón María del Valle Inclán con ‘Tirano Banderas’, en 1926.
A la lista se suman ‘El Señor presidente’ de Miguel Ángel Asturias en 1967; ‘Yo supremo’ de Augusto Roa Bastos, en 1974; ‘El otoño del patriarca’, de Gabriel García Márquez en 1975, y ‘La fiesta del chivo’, de Mario Vargas Llosa, en 2000.
¿“La corrupción de un presidente sin tacha” es una novela escrita en tiempo real?
Siempre hablamos en tiempo real en la televisión o en la radio. Podría suceder mañana, en dos meses o en tres meses. Después de la primera vuelta o el año que viene. O ahora mismo. La historia detrás del título es esa.
¿Existe un candidato sin tacha, honrado, íntegro, con el que todos soñamos? En la novela sí existe, y existe en nuestros corazones. Ninguno de los 20 candidatos que hay ahora es ese hombre.
Creo que la obra tiene más actualidad después de la primera vuelta. Todo el drama tiene lugar la novela se da después de las elecciones. Pero la enorme crisis se da antes de tomar posesión del cargo.
La novela sale en año electoral
Esto no ha sido una casualidad. Hace un año pensé que una novela de esta naturaleza, cuyo propósito es reducir la inocencia política de los electores. Incluso en personas con preparación para esto. En política, todo lo que no es posible es mentira.
Usted dice que podría ser Jimmy Morales…
Podría haber sido Jimmy Morales porque se presentó como un candidato sin tacha. Podría ser cualquier candidato de hoy. Por eso la novela se sitúa después de las elecciones.
Mucha gente que busca la política podría ser tan ingenua como los electores
Es el primer personaje ingenuo que llega a la presidencia. El más cercano es Jimmy Morales. Él no tenía la más mínima idea de cómo manejar una nación.
Tenemos la idea de que un presidente puede hacer de todo. Eso ha dejado de existir. Es uno de los rasgos del proceso democrático, que el presidente no tiene ese poder.
El próximo tendrá un Congreso pulverizado, porque los diputados se registran en la primera vuelta. Solo se ponen de acuerdo a través de la corrupción. Ahora no hemos tenido polarización política, hemos tenido dispersión política. Por eso caen en ‘te doy para que me des’.
El expresidente Vinicio Cerezo dijo una vez que un presidente tiene el 33 por ciento del poder
Yo no creo que un presidente tenga ni el 30 por ciento. Conozco a más de 25 expresidentes, algunos son guatemaltecos, y todos reconocen la reducción de los poderes de un presidente democrático. ¡Y lo dicen riéndose! Algunos dicen que podrían haber llegado a tener hasta el 15 por ciento.
Todos los poderes están alrededor de él: grupos de presión, sindicatos, grupos oscuros que viven en las sombras. Viven encerrando al presidente.
Lo terrible de nosotros como electores es pensar que un hombre, por muy honrado que se presente, puede cambiar este país. Lo que la realidad no puede resolver, lo puede resolver la ficción.
¿Qué ha cambiado de la democracia en los últimos 25 años?
Yo digo que ha ido a peor. Yo dividí el proceso democrático de los últimos 50 años en tres: la democracia autoritaria, militarizada, perseguidora; la democracia ilusionada, fue el momento de la apertura que duró 5, 6, 7 años… y se desplomó, y la democracia corrupta.
Qué vergüenza, todos se echaban las cosas a la cara, ya existía la corrupción. El aumento del dinero ilícito que hemos visto en los últimos 25 Años… cuanto más dinero entraba en circulación, procedente del tráfico de drogas, más disponible estaban por partidos para recibirlo.
En Guatemala se trafican Q3 mil millones cada año. ¿Qué sucedería si esos Q3 mil millones se acabaran? Es como si no recibiéramos las remesas. La economía se derrumba. Ese es el dilema perverso en el que se encuentran los presidentes. Decidir entre el bien y el mal. Tiene que decidir entre el mal menor.
La corrupción en la realidad y la corrupción en la novela
En la realidad está bien que roben, pero que no exageren, que no se pasen. En la novela están identificados dos corruptos que ya no lo ven mal. Es norma que yo reciba una comisión por mi servicio y trabajo al pueblo. Ese es el mayor pecado de los diputados.
El mal menor y la ilusión de una apertura democrática
Un presidente tiene que elegir… tiene que elegir entre el mal que le parece menor. El mal menor se convierte en un bien. Si vemos a 21 candidatos, cuántos tienen experiencia de poder.
Pueden tener experiencia política, pero no de poder. Cuando se quedan solitos y tienen que tomar decisiones difícil, ahí no hay cuestiones morales, ni filosofadas ni tontería. Hay que tomar decisiones serias. A mí que no me vengan con normas morales.
Hay un oficio desalmado
Si tienes alma, recta y tan dura, dura muy poco. El sistema te expulsa. El gobierno, el poder tiene esa ley.
Desde que hemos tenido la apertura democrática ha sido así. Eso que no duras, lo hemos vivido en Guatemala, cuando echábamos a los tipos porque no funcionaban. El que más puede es el que lo hecha. Por ejemplo el caso del expresidente Jacobo Arbenz. Había alguien que podía más que él.
Es un juego de astucia, de zancadía, de puñaladas por la espalda. Traiciones al pariente, al amigo… se rompen todas las relaciones humanas.
¿El presidente puede ser un líder?
Está desde el que es presidente marioneta, hasta el que se va manteniendo. Pero eso de que es el jefe del Ejército, del Estado Mayor… ¿quién se cree eso? Eso es lo más increíble que hay. El presidente es pura retórica. El juego de la política es un juego malvado.
El presidente, es el nuevo traficante
Es un género literario nuevo, tiene que ver con el poder político. El protagonista ha cambiado, antes era el militar, el tirano… pero hay un matiz, el rasgo que lo identificaba es que dedicaba gran parte de su parte de su tiempo para perseguir, torturar y encarcelar a los adversarios. Ahora es al contrario, son los adversarios los que se dedican a perseguir a los expresidentes. Es un cambio muy importante
Para bien…?
Creo que sí. Me pone en la posición de tomar una decisión perversa. Creo que podemos gobernar muy bien con menor poder. Cuanto menos poder tengamos menos posibilidades habrá de que los sinvergüenzas tengan acceso a él.
Los diputados no se sienten obligados a responderle a la población, de manera que se olvidan de todo al siguiente día de haber sido electos. Nosotros no nos sentimos representados en el Congreso. Yo no puedo sentirme representado por un sinvergüenza.
Creo que disminuyendo el poder de los representantes y subiendo el poder de las masas, con eso las cosas irían mejor.
¿Cuándo termina esta coyuntura perversa?
Esa es otra pregunta perversa.
¿Es usted liberal?
Soy liberal. Con muchos matices diría yo. Soy liberal económico, ahora soy liberal político. Me sentía incompleto solo siendo liberal económico. Ahora, esta siesta, esta realidad novelesca, un hombre solo no la puede cambiar. Daniel Sanabria, el personaje de la novela, él si lo puede hacer… va a hacer algo y lo hace.
#EUPérezDeAntón
Francisco Pérez De Antón:
"Yo personalmente no me siento representado por ningún diputado del Congreso" pic.twitter.com/OnBZA7Brwb— Emisoras Unidas (@EmisorasUnidas) March 29, 2019
¿Un presidente íntegro podría detener la corrupción?
Se necesita mucho más que una persona. Un presidente en Guatemala tiene poderes muy limitados. Un político normal que no ha tenido acceso al poder se va a encontrar con limitaciones.
Hace falta que la sociedad se organice. Yo personalmente no me siento representado por ningún diputado del Congreso.
La sociedad tiene que organizarse para elegir a sus gobernantes de otra manera. Elegimos de una forma y el diputado se olvida de nosotros al día siguiente. Necesitamos agrupaciones para frenar los abusos de que hemos sido objeto durante años. Lo importante no es elegir, sino poner freno a los elegidos.
No tenemos conciencia política, somos muy ingenuos, inocentes, por eso nos va muy mal.
¿El gobierno municipal es lo mismo?
Lo que hay que entender es el juego de poder. Yo he sido presidente de muchas cosas que no son políticas. He tenido la experiencia de estar frente al poder del periodismo, por ejemplo. En Revista Crónica nació esta palabra: ‘contrapoder’. No éramos el cuarto poder, el día que tengamos el poder, ya no habrá una prensa libre.
¿Debería haber un cambio en la Constitución?
Necesita una reforma. Si sigues haciendo las cosas de la misma forma, nunca van a cambiar las cosas. Es una frase de Albert Einstein. La mejor definición de la estupidez.
¿Daniel Sanabria, el personaje de su nuevo libro, estará de acuerdo con los cambios a la Ley de Reconciliación Nacional?
No ha llegado a esas profundidades y no tiene una respuesta para ello. Ni siquiera ha asumido, sólo ganó las elecciones. Él tiene un objetivo sencillo, muy simple para cambiar el sistema del país… pero no lo voy a decir, porque se acaba la novela.
El concepto corrupto de la soberanía…
Los corruptos manejan la soberanía. Ellos han corrompido la soberanía. El pueblo tiene el concepto de soberanía, y no es corrupta.
Si vamos a ser soberanos necesitamos una justicia soberana. Pero a veces hay que ceder una parte de la soberanía para recuperar la justicia.
¿Cómo aterriza en Daniel Sanabria… el protagonista sale blanco o negro…?
El protagonista, o el antagonista en su caso, sufren ese proceso de cambio, en donde salen más sabios, con más conocimiento de la vida.
En Guatemala tenemos un ‘señor embrollo’, ¿alguien podría resolverlo?
Si lo dices en forma individual, no puede. Tendría que ser la mayoría absoluta del Congreso. La ficción puede inventar fórmulas para salir de este embrollo. Si al lector le atrae esta ficción, va a pasar un buen rato y un par de noches sin dormir.
Aburrir al lector es pecado de lesa literatura
Yo escribo para entretener al lector, pero no por eso voy a renunciar a hacer buena literatura, a escribir bien, a escribir claro. La idea es no confundir al lector.
Luego, si alguien dice: ‘Sí, pero tenemos que recurrir al diccionario’ Sí, pero eso es en beneficio suyo. El lector tiene que divertirse, pero no por eso renunciar al conocimiento.
Como encontrar la esperanza en un momento como estamos en Guatemala
La esperanza reside en el pueblo, no en las elites.
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