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Conozca el conmovedor relato de Teodoro Palacios Flores, años antes de morir

"Mi madre murió cuando yo apenas tenía dos años, no la conocí. Mi padre fue un hombre muy borracho e irresponsable, pero siempre lo amé", son algunas de las confesiones de "Teddy".

Tras la muerte de Teodoro Palacios Flores, leyenda del atletismo nacional  se viralizó su biografía, pero contada por él mismo. Este es el relato íntegro.

Nací en Livingston Izabal, el 7 de Enero de 1939

Mi madre Calcuta Flores de Palacios, murió cuando yo apenas tenía dos años, no la conocí; no he visto una fotografía de ella.

Después de su muerte, viví con mi abuela paterna Catarina Núñez de Palacios. Recuerdo que me quería mucho, era una mujer muy religiosa siempre la acompañaba a la iglesia.

Cortesía

Desafortunadamente ella falleció cuando yo tenía ocho años, fue un golpe muy difícil para mí.

A mi, padre Alejandro Palacios Núñez, lo vi muy pocas veces. El fue un hombre muy borracho e irresponsable, pero siempre lo amé. Trate de ayudarlo cuando pude, me dio mucha lástima.

Tuve la suerte de vivir con mi tía Felipa Flores, vivir con ella era como estar en una clase de “Ética”. Me decía: ‘Teodoro se respetuoso, honrado, disciplinado, obediente, humilde, amable, puntual, y responsable; el cigarro hace daño, el licor es malo’, y la lista sigue.

Creo que soy un poco exitoso hoy por mi tía Felipa, con la que viví por unos dos años y medio. Cuando dejé su casa mis valores estaban cristalizados. Nada me podrá hacer que fume, que le falte el respeto a alguien, o tocar lo que no es mío, etc.

https://emisorasunidas.com2019/08/18/sepelio-teodoro-palacios-flores-hoy-domingo-18-agosto-2019/

Empiezo a vivir solo

Dejé la casa de mi tía Felipa porque ella tenía cuatro hijos, luchaba mucho para poder alimentarnos. Me trasladé a Puerto Barrios, a los 10 u 11 años.

Allí aprendí a lustrar zapatos para ganarme la vida. Algunas veces me presentaba a unos comedores para lavar platos y ollas por un plato de comida.

Muchas veces no tenía que comer, dependía de unos amigos para que me trajeran un pan con frijoles de sus casas.

No tenía ropa. Había una señora llamada doña Carlota que me llevaba a su casa, me hacía quitar la ropa, me sentaba en una silla y me ponía una toalla en las piernas, en una hora oía la plancha chisporrotear, dona Carlota estaba secando mi ropa con la plancha.

Cortesía

Muchas veces no tenía donde dormir, personas me miraban muy noche en la calle me decían que durmiera en el suelo o en un rincón de sus casas.

Descubrí dos árboles frondosos donde ahora se encuentra el Estadio “Roy Ferón”, allí a eso de las cinco o seis de la tarde pasaba a inspeccionar debajo de los árboles si estaba seco o mojado.

Dependiendo de ello iba a dormir debajo de los árboles. Muchas veces llovía fuerte y me mojaba.

A veces, cuando la luna estaba llena me ponía a meditar, hablaba con Dios, le preguntaba por qué se había llevado a mi madre y a veces parecía que ella se asomaba en el cielo.

Poco a poco fui creciendo y me acercaba a la Iglesia Católica.

Los muchachos llegaban a la Iglesia porque Padre Santiago les daba una pelota para jugar futbol. Él tenía un buen equipo de futbol J.U.C.A. muy buen equipo pero no podía formar parte porque era muy joven.

El padre Santiago observó mi pobreza y necesidad y de vez en cuando me daba de comer. Una vez me regaló una sotana, con ella salía a pasear y en la noche me servía para dormir.

En el Barrio El Rastro muchos hombres salían a pescar en la noche. Salían a las seis de la tarde y regresaban a las seis o siete de la mañana del día siguiente.

A pesar de que era muy joven le dije a los señores que me llevarán a pescar, porque cuando salían a pescar llevaban comida. Iba porque sabía que tenía la cena segura y algunas veces ganaba unos dos o tres quetzales.

https://emisorasunidas.com2019/08/17/giammattei-y-jimmy-morales-reacciona-por-la-muerte-de-teodoro-palacios/

Teodoro, panadero

Don Rafael Palencia era dueño de una panadería, muchas veces pasaba por su panadería cuando iba al campo a jugar futbol, siempre lo saludaba, un día le dije:

“Don Rafa quiero aprender algo para ganarme la vida porque no me da trabajo en su panadería, puedo barrer, limpiar latas etc.”, y él me preguntó si estaba hablando en serio. Don Rafa me dio trabajo.

En poco tiempo aprendí a hacer diferentes clases de pan, aprendí a hornear. En las mañanas salía a repartir pan con un canasto en la cabeza.

Don Rafa y su esposa se alarmaron con que rapidez venía de repartir pan; fui su mensajero favorito. Empecé a ganar un quetzal a la semana, antes ganaba cincuenta centavos.

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Un amigo me consiguió trabajo en otra panadería donde devengaba ocho quetzales al mes. Me encantó la panadería pero tuve que dejarla porque no me quedaba tiempo para jugar futbol.

Mi pasión por el futbol

El futbol fue mi pasión. Cuando veía una pelota rebotar o sonar yo tenía que ir a jugar. Me encantaba la portería, a los 14 años era portero de un equipo de hombres adultos, “El Esfuerzo”.

El dueño del equipo, don Moncho, me compró mi primer par de zapatos de futbol y un suéter, me encantaban tanto mis zapatos y mi suéter que salía a pasear con ellos no quería quitármelos.

Yo quería que todos los días fueran domingos para jugar. Me encantaba que me tirarán a las esquinas para tenderme en el suelo para atrapar la pelota.

Me fascinaba que los delanteros burlarán a la defensa para que yo les quitará la pelota de los pies, yo me lucía y me sentía muy bien; quería ser un excelente portero.

Mynor Sandoval

Teodoro, soldado

Un día, sentado en una banca en el Rastro, pasó un amigo y me dijo: “Teodoro allí en la Base Militar necesitan un portero, allí puedes jugar, vivir”.

El día siguiente me presenté a la base. Me aceptaron, no sé cómo explicar lo que sentí al estar en una Base Militar. Solo quiero decir que sentí paz, sentí seguridad y estabilidad.

Sentí por primera vez que no tenía que preocuparme por la comida , ni por la dormida, tenía mi cama, dos pares de zapatos (botas), tres juegos de uniformes, mi rifle, cantimplora, casco, plato y taza personal y ropa de cama.

Eso para mi fue un lujo. Esa primer noche, dormí en paz, el día siguiente en la mañana como a las cinco todos arriba a bañarse con jabón y toalla.

Me encantó las instrucciones como, tercien armas, a hombro armas, descansen armas, flanco derecho, flanco izquierdo, descanso.

Estudié como tres años o cuatro en Punta Gorda, sabía leer y escribir un poco. Me dediqué a estudiar y memorizar el manual del soldado y todos mis compañeros se sorprendieron cuando pasé el examen de cabo al mes y medio, a los cinco meses de estar en el ejército llegué a ser sargento segundo.

https://emisorasunidas.com2019/08/17/teodoro/

Me decepcioné cuando me comunicaron que el capitán que estaba encargado del equipo se había marchado a la zona de Zacapa.

Un día llegó el nuevo jefe de la base, se distinguía porque cada botón de su uniforme parecía una estrella, todos brillaban, los zapatos también, parecía como si hubiera llegado un profeta.

Días después salí a pasear por el campo de futbol de la Base y miré al Coronel (Jefe de la Base) transformado, tenía una pantaloneta negra con franjas amarillas, una camiseta y medias del mismo color.

Solo en los periódicos y las revistas había visto jugadores vestidos así. El dominaba la pelota con una facilidad increíble.

Me fascinó verlo, me moría por ir a jugar con él, pero tuve miedo, miedo a que me rechazará, no me gustaba como me veía. Mi autoestima estaba tan baja que muchas cosas vinieron a mi mente en ese momento.

En esos pensamientos estaba cuando de repente se le fue la pelota a una distancia de unos 20 metros yo salí como un espanto detrás del poste que me cubría y fui a recoger la pelota y me puse de una vez en el marco con la cabeza hacia abajo yo estaba esperando que me dijera que me fuera.

Poco a poco fui abriendo los ojos y vi para arriba, una sonrisa; esa sonrisa borró todo lo negativo lo que estaba pensando.

El coronel me empezó a tirar despacio porque yo era un joven muy delgado y desnutrido. Observó como recogía o paraba los tiros con facilidad.

Luego empezó a aumentar la fuerza de los tiros y le dije que se acercará más y que tirará más fuerte. El Coronel quedó asombrado. No creía lo que estaba viendo.

Pasaron algunos meses, me comunicó el Coronel que lo habían trasladado para el Negociado del Deportes, pero me dijo: “Teodoro no te preocupes yo te mando a traer.”

Mi amigo se fue, salí de baja ya no supe más del Coronel, cinco meses después un amigo me dijo que el Coronel me esperaba en Guatemala.

Llegué a la capital un Lunes, el Coronel Ruano se puso feliz al verme. Me presentó con Rubén Amorín el entrenador de Aurora.

El nivel de futbol del Aurora era muy superior al principio pero hice el esfuerzo necesario,  jugué dos partidos extraoficiales en Guatemala y viví en el Estadio del Ejército.

Descubren a Teodoro, el atleta

El entrenador del Ejército Mr. Tomas me venía a visitar y platicaba conmigo. Un día me dijo: “Teodoro tú eres alto, delgado, tienes el prototipo de un atleta Americano, ¿por qué no haces Atletismo?”.

Le dije que no porque el futbol era mi pasión. Él me daba consejos, me llevaba a su casa, me traía jugos, leche, pasteles, alteraba su ropa para que me quedara. Le hice caso, empecé a entrenar atletismo.

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Un día practicando salto alto, salté un metro ochenta 1.80, todos quedaron asombrados.

Luego llamaron al Coronel para que viniera a ver cuanto había saltado y midieron varias veces pensaron que el metro tenía defecto, me llamó el Coronel me dijo:

“Teodoro aquí todos patean la pelota, jamás hemos visto un hombre saltar 1.80 mts. Así es que ya no más futbol”. Me sentí muy triste porque dejaba mi primer amor.

Uno de los valores que me había inculcado mi abuela y mi tía Lipa era ser obediente y respetuoso. Dejé el futbol con el dolor de mi alma.

Mi carrera deportiva 

Yo saltaba descalzo y con un estilo de tijera. Uno tenía que pasar la varilla sentado, un estilo muy difícil.

En 1958 viajé a México a representar a nuestro país por primera vez. Me acuerdo que me llevaron al Palacio de los Deportes y me dieron un traje y una corbata, me vistió mi entrenador, me vi en el espejo, no me reconocía; por primera vez me vi un poco guapo.

Llegamos a México y nos hospedaron en un hotel de cinco estrellas, la cama se sentía tan suave por poco duermo en el suelo, no estaba acostumbrado a dormir tan bien.

El día de la competencia habían atletas de Puerto Rico, Estados Unidos, México, etc. Me presenté al área de salto y con una pantaloneta apretada.

Los atletas de los otros países tenían zapatos y todos saltaban con el estilo Western Roll.

Empezó la competencia y un mexicano me pregunta “¿Teodoro no usas zapatos para saltar?”, le digo que no tenía y él me dio sus zapatos, éstos tenían unos clavos abajo.

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Me los puse, sentí cómo me paraba de repente con cada paso. Salté con los zapatos y sentí que me empujaban para arriba.

Cuando pusieron la barra de 1.90 solo un puertorriqueño y yo quedábamos en la competencia. Un señor me dijo Teodoro tienes muy apretada la pantaloneta, trajo un gillete y me hizo dos rayas en la pantaloneta. Todos los saltadores ya estaban eliminados.

Pusieron la barra a 1.95 mts, y lo pasé con facilidad y conquisté la primera medalla de oro para nuestro país.

Establecí una nueva marca Nacional Centroamericano y del Caribe, las autoridades dijeron que ningún hombre saltaba tan alto en este estilo.

Empecé una carrera de salto alto que duró 13 años.

Dirigentes insensibles

Quiero mencionar que tuve una carrera atlética alarmante, bajo unas condiciones muy muy difíciles y unos dirigentes muy insensibles. Mencionaré unos casos:

En el viaje al Campeonato Mundial en el Madison Square Garden, New York en 1962 o 1963, fui sin entrenador, en esa competencia participó Valery Brumal de Rusia, Campeón Mundial y John Tomas Sub-Campeón Mundial.

Ellos tenían varias personas atendiéndolos. Yo ocupé el tercer lugar, nadie me asistió.

Posteriormente, competí en varias ciudades como Boston, Filadelfia, Toronto, Chicago, Winnipeg, Peoría, Baltimore y Búfalo.

En todas las competencias logré una medalla fui solo, nadie me asistió.

En 1960 fui a competir a Chile en los primeros Juegos Iberoamericanos, conquisté la medalla de oro. Luego fui invitado a competir en dos eventos más y obtuve dos medallas de oro sin entrenador.

Llegué a Guatemala y nadie me esperaba, un maletero del Aeropuerto me tuvo que dar 10 centavos para llegar a mi casa.

En los segundos Juegos Iberoamericanos fui a competir a España y gané la segunda medalla de Oro.

Luego fui invitado a Alemania, sin zapatos ni uniforme; gané dos medallas de oro en Europa. Regresé a Madrid, no tenía pase para regresar a mi país, tuve que acudir a la Federación Española para que me regalaran un boleto para Nueva York.

Recuerdo que atravesé el Atlántico con 25 centavos en la bolsa.

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En los Juegos Centroamericanos y del Caribe en Puerto Rico gané la medalla de Oro. Era la tercera medalla de oro.

Regresé a mi país, Gaspar Pumarejo me invitó a su programa de televisión y me preguntó si me gustó Puerto Rico, me dio un viaje para ir de paseo y conocer la Isla.

Algunos dirigentes querían que me echarán o me excluyeran para nunca más competir en juegos internacionales.

Atleta del Año

Cada año se elige el Atleta del Año. Es uno de los honores más distinguido en la nación. Ese honor le corresponde atleta que ha destacado nacional e internacionalmente.

Mynor Sandoval

Ha habido varias veces que sé que yo he sido el atleta más destacado Nacional e Internacionalmente y me lo han negado.

Pero 1962 fue un año muy especial para mí. Ese año gané los Juegos Centroamericanos y del Caribe, en esas competencias participan unos 39 países.

En los Juegos Olímpicos de 1968, me incluyeron en la delegación de los, fui nombrado el abanderado de la Delegación. Estoy seguro que fui abanderado porque mis méritos eran mucho más que los de cualquier otro atleta.

Resultó que dos atletas de color pusieron un guante negro cada uno, en la premiación subieron la mano, esa acción se convirtió en noticia mundial. Un reportero me preguntó que qué me pareció la acción de los dos atletas.

Yo respondí, “si ellos con poner un guante están protestando la injusticia que ha sufrido la gente de color y los latinos no le veo nada de malo”. Leí sobre la esclavitud, linchamientos de gente negra, no les dejaban entrar a las escuelas de blancos.

Nos recordamos cuando Robert Kennedy tuvo que mandar Tropas Federales para que los niños de color pudieran entrar a una escuela, la lista de injusticias es enorme.

Concluyo con decir , que representé nuestro país por más de una década. Después de 13 años no obtuve ni un radio de 5 quetzales como premio.

Fin de mi carrera deportiva

Después me di cuenta que no había estudiado, y no tenía trabajo. Me entró una depresión horrible. No sabía que hacer.

En 1963 conocí una gran entrenador de la Universidad de Chicago en Brasil, (Ted Hayden) le escribí una carta pidiéndole que me ayudará a llegar a los Estados Unidos, me contestó rápidamente, incluyendo pasaje y una carta para el embajador de los EE. UU.,  aquí en Guatemala.

En poco tiempo con las instrucciones del señor embajador obtuve mi residencia.

Allí trabajé como dependiente de almacén, luego fui taxista. Me inscribí en una escuela nocturna para adultos y obtuve mi diploma de equivalencia de escuela secundaria a la edad de 32 años.

Posteriormente me inscribí en la Universidad del Estado de Chicago, y finalmente obtuve una maestría en educación bilingüe.

Estudié muy, muy duro, con el alma. En mi último año fui elegido como el mejor alumno de la Universidad y me incluyeron en el libro de los mejores alumnos de los colegios y las universidades de Estados Unidos.

Fui catedrático en ese país por 24 años. Motivé e inspiré a mis alumnos con la historia de mi vida como luché con toda mi alma para sobre salir.

Me convertí en defensor de los niños pobres y vulnerables. Le articulaba a los niños que no importa de donde uno venga, aún si uno viene de una familia humilde.

Les explicaba y contaba que no tuve mamá, no tenía zapatos, que fui panadero y les contaba que tenía un gimnasio nacional que brilla con mi nombre.

Yo sé que toqué muchas vidas en Chicago. A pesar de que no tenía un título de un embajador, no había acto más glorioso que asistir a un compatriota.

Cada vez que un equipo de futbol, alumnos abogados, dignatarios llegaba a Chicago me hacía presente para asistirlos.

Muchos muchachos venían a comprar vehículos, yo los asistía en lo que podía.

Tengo una resolución de la ciudad de Chicago donde los Congresistas reconocieron mis esfuerzos, en esa resolución me comparan con Michael Jordan.

En 1998 el Presidente Álvaro Arzú llegó a Chicago, yo fui parte del grupo que lo fue a recibir. Se alarmó al verme, me preguntó que que hacía, le comuniqué que era miembro de la Comisión de Relaciones del Alcalde de Chicago.

El Presidente me pidió mi currículo. Con la ayuda de la señora Cónsul se lo presenté y se alarmó.

Condecoración

Me trajo a Guatemala y me condecoró con la Orden del Quetzal, en el grado de Gran Cruz, la máxima condecoración nacional.

Después de treinta años de vivir en los Estados Unidos puedo decir con toda sinceridad que ha habido muchos cambios en el deporte.

Hoy hay apoyo de la Confede y el Comité Olímpico. Pero hay muchísimo que hacer todavía. Hay muchos niños con hambre, muchos jóvenes sin zapatos, sin útiles, unas escuelas, canchas en total un caos.

Hay muchas maras, niños drogadictos, niños con muchísimas necesidades. Yo me identifico con esos niños. Creo que cada uno de esos niños tiene un potencial incalculable.

En esos niños descalzos, humildes, pobres veo doctores, abogados, maestros, ingenieros, entrenadores, etc.

Todo se aprende.. Creo que con personas de buena voluntad podemos  cambiar la vida de estos jóvenes para que mañana sean hombres y mujeres de bien y excelentes ciudadanos.

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