El reloj se detuvo a las 07:19 horas del 19 de septiembre de 1985. Un sismo de 8.1 grados en escala de Richter sacudía a la Ciudad de México. Fueron los dos minutos más largos de la historia. Dos minutos que dejaron destrucción y muerte. Dos minutos donde la vida se detuvo y para algunos se fue.
“La televisión estaba prendida en el canal 2, estaba Lourdes Guerrero, cuando de repente comenzamos a sentir como se movía todo. La luz se fue y comenzamos a correr hacia abajo del departamento. Todo tronaba. El edificio parecía gelatina”, relató Josefina Hernández, quien vivió en los edificios de Tlatelolco y nos reseña “horror de ver cuando se cayeron los edificios. El edificio Nuevo León, verlo derrumbado. No sabíamos qué hacer, entramos en un estado de shock”.
Conforme pasaban los minutos no se dimensionaba lo que ocurría en otros puntos de la Ciudad. Las estaciones de radio regresaban a la normalidad, después de varios minutos de haber dejado de transmitir.
Héctor Martínez Serrano tansmitía en la XEW y con él se comenzaron a emitir las voces de la tragedia. La información fluía a cuenta gotas y sólo se sabía de los daños que se registraron en el Centro de la Ciudad. No se dimensionaba lo que ocurría.
Vea también la Torre Latinoamericana…
“Todo se movía, los vidrios se rompieron, el Súper Leche se cuarteo. Todos salimos corriendo del lugar y segundos después se cayó todo. No dábamos crédito a lo que pasaba. Después vimos caer el Hotel Regis. Fue terrorífico”, comentó don José Aguirre, quien se encontraba en el Súper Leche al momento del sismo.
Ese 19 de septiembre la vida cambio.
Conforme pasaban los segundos se comenzaba a saber de la destrucción. Por horas, la capital del país quedó incomunicada con el resto de México y con el Mundo.
Las primeras informaciones que se registraban en los medios internacionales era de un fuerte sismo que había sacudido a México. No había más. Las telecomunicaciones estaban colapsadas. “No se podía hacer llamadas, nada”, comentó Lucía Jiménez, enfermera del Hospital Juárez; lugar que no soporto las ondas sísmicas y que colapso.
Lucía Jiménez, recuerda con lágrimas en los ojos que justo “ese día se me hizo tarde, yo entraba a las siete de la mañana, y por el destino, no lo sé, se me hizo tarde. El temblor me tomó por sorpresa a una cuadra del Juárez”, las lágrimas se hicieron presentes, “lo vi caer y saber que mis compañeras estaban ahí, me hizo correr y empezar a buscarlas. Dios me libró de la muerte, no era mi tiempo. Fue muy triste, ver los cuerpos de las compañeras, fue triste”.
El Sismo, cuyo epicentro fue ubicado frente a las costas de Michoacán, fue un evento de tipo trepidatorio y oscilatorio a la vez, y que dicen los expertos se liberó en este movimiento una energía equivalente a 1114 bombas atómicas de 20 kilotones cada una.
Las horas pasaban y el horror comenzaba
La señal de la televisión se restableció y con esto se pudo conocer la dimensión de la catástrofe. La dimensión de la destrucción, que en tan sólo dos minutos dejó el sismo más poderoso que se haya registrado en la historia de México.
La reseña periodística citaba que los edificios A1, B2 y C3 del Multifamiliar Juárez estaban derrumbados, Televicentro, los televiteatros, una de las torres del Conjunto Pino Suárez que albergaba oficinas de Gobierno habían colapsado.
Los hoteles Regis, D’Carlo y del Prado ubicados en la zona de la Alameda Central no soportaron la presión y se vinieron abajo.
Y sin dejar de lado, las fábricas de costura ubicadas en San Antonio Abad, donde fallecieron cientos de costureras.
Asimismo, se cuentan hospitales como el Juárez, el Hospital General y Centro Médico Nacional donde se llegaron a rescatar a poco más de dos mil personas a pesar de que en el derrumbe quedaron atrapados tanto el personal como los pacientes que se encontraban en ellos.
Pero a pesar de la tragedia, en estos nosocomios la vida resurgió. Como olvidar que de entre los escombros fueron rescatados “los bebés milagro”, los cuales estuvieron enterrados casi siete días, sin que nadie los cubriera ni los alimentara.
Los centros hospitalarios no se daban abasto para atender a los heridos. Las morgues comenzaron a saturarse de cadáveres. Los primeros muertos.
Para el medio día, la prensa extranjera ya daba la cifra de 35 mil personas muertas. No se sabía más.
El pueblo se unió… una gran muestra de solidaridad
Ya para la tarde de ese 19 de septiembre, el pueblo de México comenzó a organizarse en brigadas para rescatar a los sobrevivientes de los escombros.
Los ciudadanos con sus manos como palas, comenzaron a retirar las piedras de concreto, las varillas “y comenzamos a rescatar a la gente”, dice Eduardo Moreno.
“Yo trabajaba en el Centro y de inmediato nos fuimos a la Alameda para poder ayudar a la gente, pero nos encontramos con un escenario desolador. Había gente sentada en las banquetas que no sabían decir nada, están en shock ante lo que vieron”.
Y con esta organización solidaria nacieron los “Topos”. Ciudadanos comunes y corrientes que buscaron entre los fierros retorcidos a personas con vida y también a las que la habían perdido.
Pero la solidaridad de los mexicanos no sólo fue manifiesta en la zona del desastre. Hombres y mujeres de otros estados del país también estuvieron ayudando a los capitalinos que se encontraban debastados ante la magnitud del acontecimiento”.
Así trascurrieron los días en medio de la ayuda y de la organización de los ciudadanos, organización que sin duda sobrepaso al Gobierno.
Las cifras
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Nadie se ponía de acuerdo con la cifra de muertos y desparecidos, al grado de que a 25 años de distancia no se tiene un número exacto de cuantos mexicanos fallecieron en este terremoto.
La prensa del mundo señalaba que habían sido entre 25 mil y los 40 mil y más de 50 mil heridos, pero el Gobierno de Miguel de la Madrid dejó la cifra en los diez mil muertos.
Los cadáveres eran llevados a los anfiteatros y al estadio de beisbol del Seguro Social, sitio al que llegaron más de tres mil cuerpos.
Según fuentes periodísticas los rescatistas voluntarios, la Cruz Roja y demás organizaciones humanitarias lograron rescatar con vida de entre los fierros retorcidos a poco más de cuatro mil personas.
Y es que tan sólo de los hospitales Juárez, General y del Centro Médico fueron rescatados más de dos mil personas entre personal y pacientes que lograron sobrevivir, y así la cifra podría seguir.
Miguel de la Madrid Hurtado, presidente de la República en ese momento, no daba crédito a lo ocurrido, pero en sus memorias, reconoció que en el sismo del 85 “se rebasó la capacidad del Gobierno para hacer frente. Su magnitud nos tomó por sorpresa y tuvimos que actuar sin el apoyo de un plan de emergencia a la altura de las circunstancias. Las instituciones quedaron rebasadas por la catástrofe”.
Les dejo la película..