Desde su inició la comunidad tzutujil asentada en San Juan la Laguna, Sololá, a orillas del lago de Atitlán, se dedicó a la agricultura, a la construcción; a mediados de XIX se introdujo el cultivo de café, aprovechando la riqueza de las tierras; sin embargo al terminar el corte de café, no tenían otros ingresos, fue durante los años 70 que un grupo de pobladores comenzó a dedicarse al turismo.
Las primeras artesanías elaboradas por artesanas de San Juan la Laguna eran ofrecidas en un hotel de la turística Panajachel, ya que en la comunidad no había demanda de los textiles, fue así cómo descubrieron los recursos que podían ofrecerle al turismo.
Rupalaj K’istalin se convirtió en la primera asociación dedicada al turismo en el municipio; sin embargo, su propósito no es lucrar; si no busca apoyar la economía de las familias locales.
Al menos unas 40 familias, y más de 40 asociaciones están involucradas en toda una experiencia que brindan al turista local y extranjero.
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En lugar de un hotel tradicional, el turista es recibido por una familia, que además de brindarle una cómoda habitación y los servicios propios de un hotel, le dan la oportunidad de compartir en familia, incluso muchos turistas aprovechan para conocer la elaboración de platillos propios de la región cómo el guisado o las tortillas de maíz.
Una oportunidad
El turista tiene la oportunidad de interactuar y convivir con una auténtica familia tzutujil, una de estas familias es la de Santos Tzep, un hombre que se dedica a la construcción, a la apicultura, pero que además es un guía turístico de la asociación Rupalaj K’istalin.
Hace varios años Santos Tzep, se quedó sin trabajo y decidió buscar una oportunidad en la capital, encontró trabajo en una empresa repartidora de la zona 11, regresó a su comunidad, pero tras formar una familia se vio obligado nuevamente a buscar trabajo en la capital.
Finalmente Santos Tzep regresó a San Juan la Laguna y encontró en el turismo una oportunidad para no tener que viajar a otro lugar en búsqueda de trabajo, de hecho la migración a los Estado Unidos en ese municipio es casi nula, relatan sus habitantes.
Recorridos
Además de la interacción que los habitantes ofrecen al turista, ofrecen caminatas a orilla del lago, al cerro Kiaq’asiwaan, al rostro Maya, Rupalaj Kistalin, desde los cuales se puede apreciar el lago de Atitlán, parte de la cadena volcánica, incluso el litoral del Pacífico.
La asociación ofrece circuitos naturales y culturales en los que también se pueden visitar sitios sagrados, además pueden participar en una ceremonia del árbol, y ceremonias a través de las cuales dan gracias al creador por los bienes recibidos y las bondades que ofrece la naturaleza.
La asociación también permite conocer la elaboración de textiles desde la producción del algodón, el momento en que los hilos son teñidos con colorantes naturales cómo la remolacha, semillas de achiote, hojas de palo de aguacate, guayaba, romero, pimienta, entre otros.
Otro grupo de mujeres ofrece la posibilidad de conocer la elaboración de chocolate de manera artesanal, desde el secado y tueste del grano de cacao, y molido en la piedra de moler.
Dichos chocolates a los que les agregan cardamomo, chile, almendras, albahaca, son comercializados en San Juan la Laguna, en algunos pueblos alrededor del lago.
Finalmente ofrecen un tour del café, producto fundamental de la economía de la comunidad y del maíz, grano que está arraigado en casi todos los espacios de la cultura local, incluido en los coloridos oleos y murales que decoran las calles de San Juan la Laguna.
San Juan la Laguna forma parte de los siete emprendimientos que recibieron apoyo por parte del Proyecto Regional de Turismo Comunitario Maya, explicó Beatriz Gonzales, del Instituto Guatemalteco de Turismo.
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Fotos Ángel García