Tradición oral transmitida de generación en generación. Historias plasmadas en el imaginario colectivo, impregnadas de misterio y misticismo, y tan interesantes como aterradoras. Las leyendas guatemaltecas son joyas de la cultura mesoamericana, que preservan en ellas un fuerte valor humano, que a su vez no deja de lado el enigma de lo sobrenatural.
En el año del Bicentenario, recordamos cuatro de las leyendas guatemaltecas más populares:
La Llorona
Se trata, tal vez, de la leyenda más popular de Guatemala. A la Llorona le relata como un alma en pena y sin descanso; que tras perder a sus hijos, vaga por las calles y avenidas, en vano y por la eternidad, sollozando en una búsqueda infructífera e interminable.
Popularmente, se le describe como una mujer con cabello largo y negro, vestida de blanco y con el rostro cubierto por un velo. Camina muy despacio y se aparece especialmente en lugares donde hay agua.
Se dice, además, que quienes tienen el infortunio de oír sus lamentos, los escuchan cerca cuando ella se encuentra lejos, y lejos cuando ella se encuentra cerca.
El Cadejo
El espíritu acompañante de aquellos atacados por la soledad y la aflicción, que tratan de olvidar sus penas con el alcohol. Según la creencia popular, se trata de un espíritu que toma la forma de un perro, a veces negro y a veces blanco, que acompaña a las personas para protegerlas o para intentar ganarse su alma.
La leyenda dice que si la persona sale de noche por algo bueno, el que la seguirá será el Cadejo Blanco, y que este la protegerá. Pero si en cambio, esta sale de noche para hacer cosas malas (como para embriagarse, por ejemplo) lo seguirá el Cadejo Negro.
Además, se dice que si el hombre ebrio se encuentra al Cadejo y deja que este le lama la boca, jamás podrá volver a estar sobrio, y entonces el espíritu lo seguirá durante nueve días hasta que finalmente el hombre muera.
La Siguanaba
A la Siguanaba se le describe como una mujer de hermoso cuerpo y cabello largo, pero que al observarse de cerca se descubre que tiene rostro de caballo.
Se dice que se le presenta a los hombres infieles, en áreas solitarias, especialmente en barrancos, y que los atrae para luego dejarlos caer al vacío y ganarse su alma.
El Sombrerón
Según la tradición oral, el Sombrerón recorre los barrios de Guatemala con el propósito de encontrar y enamorar a mujeres jóvenes, especialmente a aquellas de ojos grandes y cabello largo. Les canta y les baila, acompañado de su guitarra de cajeta, y una vez que las ha atrapado, les trenza el cabello, las persigue y no las deja comer ni dormir, haciendo que enfermen y mueran.
Se le describe como un ser de estatura pequeña, que siempre viste de negro y luce un cinturón brillante, además de un sombrero de grandes proporciones que no deja ver su rostro, ni tampoco sus intenciones, así como botas que hacen mucho ruido al caminar.
También se le conoce como “Tzitzimite”, que significa “duende”, y, según las historias, también le gusta subirse a los caballos y hacerles nudos en la cola y las crines.
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