A finales de la década de los 80 y empezando los 90 un actor sobresalía como villano de las telenovelas, siendo un galán cotizado y uno de los favoritos del público femenino.
Su nombre era Rafael Rojas, cuyo físico y sus distintivos ojos verdes causaban furor.
Sin embargo, una serie de malas decisiones profesionales y excesos en su vida personal propiciaron su repentina salida del mundo del espectáculo, por lo cual fue objeto de diferentes especulaciones y controversias que se arraigaron en la opinión pública.
Recordemos que él protagonizó con éxito en Televisa telenovelas como “Teresa” y “Quinceañera”, al lado de las actrices Salma Hayek y Adela Noriega.
Hace unos años se reveló que había tenido problemas con su manera de beber tras pasar por un divorcio muy difícil de la madre sus hijos.
Se había convertido en un drogadicto indigente, que no tenía hogar y vivía de pepenar basura, algo que sustentaron con fotografías en las que presuntamente aparecía el actor como mendigo.
La vida del villano
Rafael Rojas desapareció del mundo artístico sin dejar rastro, y nadie sabía de su paradero.
Durante una entrevista, reveló las razones por las cuales decidió dejar actuación; la principal fue el ataque de los medios tras el traumático divorcio que tuvo con Milena Santana.
La mujer lo acusaba de ser cocainómano y pastillófilo, ser violento con ella, mal padre al no pasar manutención a sus hijas, e incluso insinuar que podía ser bisexual.
Aseguró que llegó a sentirse agradecido a la larga de dichos señalamientos porque le sirvieron para darse cuenta de que, en efecto, era alcohólico y eso afectaba su salud, y de que no estaba desempeñándose en lo que realmente le gustaba, por lo que decidió buscar la sobriedad y la tranquilidad volviendo a su país de origen.
Además, contó que se había vuelto a casar con una mujer a la que calificó de ser “humano maravilloso” que lo hacía sentirse muy feliz, ya que no tenía por qué vivir más de apariencias.
Ahora está dedicado la agricultura y tiene dos ranchos dedicados al cultivo vegetal, ubicados en Ojochal de Osa y en Pérez Zeledón, dos departamentos de Costa Rica.