La Federación de Fútbol de Surinam anunció este domingo la contratación del neerlandés Henk ten Cate como nuevo director técnico de la selección nacional, en una apuesta ambiciosa de cara al Mundial de 2026, que se disputará en México, Estados Unidos y Canadá. Con una trayectoria destacada en el fútbol europeo, Ten Cate asume el desafío de llevar al combinado surinamés a su primera Copa del Mundo, en un contexto deportivo y administrativo especialmente complejo.
A sus 71 años, Ten Cate aporta una amplia experiencia tanto como entrenador principal —con pasos por clubes como Ajax y Panathinaikos— como en funciones de alto nivel, tras haber sido asistente de Frank Rijkaard en el FC Barcelona entre 2003 y 2006. Durante esa etapa dorada, el conjunto azulgrana conquistó dos títulos de liga y la Liga de Campeones de Europa en la recordada final de París ante el Arsenal. Ahora, el técnico neerlandés intentará trasladar ese conocimiento a una selección que busca hacer historia.
Surinam queda pendiente de lo que diga la FIFA
El debut oficial de Ten Cate al frente de Surinam será el próximo 26 de marzo, cuando su equipo enfrente a Bolivia en Monterrey, México, en el inicio del repechaje intercontinental. En caso de victoria, Surinam se medirá el 31 de marzo a Irak, con el último cupo del Grupo I del Mundial en juego, grupo en el que ya están clasificados Francia, Senegal y Noruega. Este camino llegó tras la decepción sufrida el mes pasado, cuando una derrota por 3-1 ante Guatemala privó a Surinam de la clasificación directa y provocó la renuncia del anterior seleccionador, Stanley Menzo.
Sin embargo, el reto de Ten Cate no se limita al terreno de juego. La selección de Surinam atraviesa una delicada situación institucional que mantiene en vilo su participación en el repechaje. Un conflicto judicial derivado de las elecciones internas de la federación llevó al congelamiento de sus cuentas por orden judicial, una medida considerada como injerencia estatal y contraria a los estatutos de la FIFA. Esta situación expone al país a una posible sanción o suspensión internacional, lo que podría alterar el panorama clasificatorio de la Concacaf y convertir el sueño mundialista de Surinam en una incógnita tanto deportiva como administrativa.



