Cada 28 de diciembre se conmemora el Día de los Inocentes, una fecha que mezcla historia, religión y humor. Aunque hoy es conocida por las famosas inocentadas y bromas que abundan, su origen es profundamente distinto y está relacionado con un episodio bíblico.
Cabe destacar que dicha tradición ha estado latente durante más de 1,500 años en todo el mundo. Según el relato cristiano, este día recuerda la matanza ordenada por Herodes I, quien buscaba eliminar al recién nacido Jesús al sentirse amenazado por la profecía de la llegada del Mesías.
En ese entonces, para evitarlo, ordenó asesinar a todos los niños menores de dos años en Belén. Aquellos pequeños fueron considerados mártires y la Iglesia los reconoció como los Santos Inocentes.
Con el paso de los siglos, esta fecha quedó establecida en el calendario litúrgico como un día de memoria y reflexión. Sin embargo, la manera de conmemorar este acontecimiento fue transformándose.
Más del Día de los Inocentes
Durante la Edad Media comenzaron a surgir celebraciones populares en las que se invertían los roles sociales, se hacían parodias y se burlaban de las normas establecidas. Con el tiempo, estas prácticas se fusionaron con la fecha religiosa, dando lugar a una jornada marcada por la irreverencia, la sátira y la creatividad.
Este cambio convirtió el Día de los Santos Inocentes en lo que hoy conocemos: una ocasión para hacer bromas, sorprender a alguien y luego exclamar el clásico "Inocente palomita que te dejaste engañar".
Actualmente, la tradición ha evolucionado hasta formar parte del imaginario cultural de muchos países de habla hispana. Las inocentadas pueden ir desde pequeños chistes caseros hasta elaboradas bromas virales en redes sociales o noticias ficticias publicadas por medios que participan del espíritu lúdico de la fecha.
A pesar de la transformación, la esencia histórica sigue presente y recuerda la importancia de reflexionar sobre el pasado, incluso cuando se enmarca en un día festivo.



