Tottenham y Manchester United protagonizarán una final de la Europa League electrizante el próximo miércoles 21 de mayo en el Estadio de San Mamés, en Bilbao. Ambos clubes llegan con historias muy distintas en sus trayectorias recientes, pero comparten un mismo objetivo: levantar el trofeo continental que podría marcar un punto de inflexión en sus respectivas temporadas.
El Tottenham, dirigido por Ange Postecoglou, afronta esta final con el recuerdo aún fresco de su última aparición en una gran cita europea en 2019, cuando cayó ante el Liverpool en la final de la Champions League. Desde entonces, los ‘Spurs’ han luchado por recuperar protagonismo en el plano internacional, y esta edición de la Europa League representa una oportunidad inmejorable para lograr su primer título continental desde 1984. El equipo londinense llega con viento a favor, tras imponerse en sus tres enfrentamientos directos esta temporada contra el Manchester United: dos en la Premier League y uno en los cuartos de final de la Copa de la Liga inglesa. Esa racha positiva alimenta la confianza del vestuario, que ve en esta final una ocasión histórica para dar un golpe de autoridad en Europa.
Tottenham y Manchester United en busca de la gloria europea
Del otro lado, el Manchester United ha transitado una campaña de altibajos, pero ha sabido recomponerse y mostrar su mejor versión en la Europa League. Bajo la batuta del técnico portugués Rubén Amorim, el equipo ha demostrado carácter en cada ronda, alternando goleadas con remontadas épicas. El técnico luso, sin embargo, ha dejado claro que nada de eso importará si no logran conquistar el título en Bilbao. Amorim quiere escribir su nombre en la historia del club, como ya lo hizo José Mourinho en 2017, y borrar el sabor amargo que quedó tras la dolorosa derrota en penales ante el Villarreal en la final de 2021.
Las alineaciones previstas de ambos equipos reflejan tanto el potencial como las dudas que arrastran. El Tottenham probablemente salga al campo con Vicario en la portería; una defensa compuesta por Pedro Porro, ‘Cuti’ Romero, Van de Ven y Udogie; en el mediocampo, Bissouma, Bentancur y un Pape Sarr que está entre algodones por molestias en la espalda. En ataque, Richarlison apunta a ser titular por la banda izquierda, junto a Johnson y Solanke, aunque Son Heung-min podría entrar desde el banquillo si su condición física lo permite. Las bajas confirmadas de Kulusevski, Maddison y Bergvall limitan las variantes en la medular, pero el equipo mantiene un once competitivo.
En el bando del United, Onana liderará un once que podría presentar cambios en defensa, dependiendo de la evolución física de Yoro y De Ligt, ambos en duda. Maguire estaría acompañado por Mazraoui y Dorgu en una zaga remodelada. El mediocampo combinaría experiencia y músculo con Casemiro y Ugarte, más la visión ofensiva de Bruno Fernandes. En ataque, Rasmus Højlund será la referencia, con Amad Diallo y posiblemente Mason Mount como opciones desequilibrantes, aunque este último podría arrancar desde el banquillo. Las bajas de Lisandro Martínez y Zirkzee obligan a Amorim a ajustar su estrategia, pero el equipo ha demostrado capacidad para reinventarse en cada partido.
La tensión y la ilusión se palpan en las declaraciones de ambos entrenadores. Postecoglou destacó el impacto emocional que esta final tiene para los seguidores del Tottenham, afirmando que el equipo ha devuelto la esperanza a una afición que ha sufrido durante años. Por su parte, Amorim subrayó la complejidad de la temporada del Manchester United y el esfuerzo colectivo por recuperar identidad y competitividad, señalando que la atmósfera en las noches europeas aporta una motivación especial.
El escenario está listo en Bilbao para una final que promete emociones fuertes, duelos intensos y, posiblemente, momentos históricos. Tottenham y Manchester United tienen armas suficientes para conquistar el título, pero solo uno podrá coronarse campeón. La noche del 21 de mayo, Europa conocerá al nuevo rey de la UEFA Europa League.

