El 16 de octubre de 1996, el Estadio Mateo Flores se convirtió en escenario de una de las tragedias más dolorosas en la historia del deporte guatemalteco. Lo que debía ser una fiesta de futbol terminó en luto nacional, cuando una avalancha humana provocó la muerte de 84 personas y dejó más de 200 heridas durante el partido de eliminatoria mundialista entre Guatemala y Costa Rica.
Aquella noche, miles de aficionados se congregaron para apoyar a la selección nacional en su búsqueda por clasificar al Mundial de Francia 1998. Sin embargo, la sobreventa de boletos, la falsificación de entradas y la falta de control en los accesos ocasionaron un ingreso desbordado de público. Las gradas generales se saturaron y, al intentar ingresar más personas, la multitud comenzó a empujar hasta que se produjo el colapso humano.
El entusiasmo se transformó en caos. Decenas de aficionados quedaron atrapados entre las vallas metálicas y otros fueron pisoteados en medio del pánico. En cuestión de minutos, el estadio se convirtió en una escena de desesperación. Los cuerpos sin vida fueron retirados del campo, mientras los heridos eran trasladados en vehículos particulares y ambulancias improvisadas.
Ninguna persona fue condenada por la tragedia
Las investigaciones posteriores revelaron graves fallas de organización y omisiones por parte de las autoridades deportivas, policiales y de la Federación Nacional de Fútbol (Fedefut). Sin embargo, pese a la magnitud del hecho, el sistema judicial no determinó responsabilidades penales concretas. Ninguna persona fue condenada por la tragedia.
Con el paso de los años, el Estadio Mateo Flores fue renombrado como Estadio Nacional Doroteo Guamuch Flores, pero la memoria de lo ocurrido el 16 de octubre de 1996 permanece intacta. Cada aniversario, familiares de las víctimas y aficionados rinden homenaje a quienes perdieron la vida, recordando que la falta de justicia sigue siendo una herida abierta.
En 2025, a 29 años del suceso, el país aún recuerda aquella noche en que el fútbol guatemalteco se tiñó de luto. Una tragedia que expuso la precariedad institucional, la falta de prevención y el alto costo de la indiferencia en materia de seguridad deportiva.



