La lesión de Neymar resultó ser mucho más seria de lo que se pensaba en un inicio. Lo que parecía un simple contratiempo físico, que únicamente le impediría disputar el partido del lunes con Santos, terminó convirtiéndose en la peor noticia para el club y para el propio jugador. Los exámenes médicos revelaron una lesión de menisco que lo dejará fuera por el resto del campeonato, un diagnóstico que el equipo confirmó mediante un comunicado que cayó como un jarro de agua fría en un plantel que ya vive al borde del abismo.
El calendario tampoco ayuda. El Brasileirão concluye el próximo 7 de diciembre, y Santos apenas dispone de tres partidos para evitar su segundo descenso, algo que sería histórico. Sin embargo, su máxima figura tendrá que observarlo todo desde la grada. Neymar no podrá estar en la recta final y su ausencia pesa como un lastre adicional para un conjunto que necesita liderazgo, desequilibrio y talento en un momento crítico.
Las lesiones no dejan en paz a Neymar
Esta es la cuarta lesión que Neymar sufre en lo que va del año, una racha que ha convertido su regreso a Brasil en una montaña rusa de frustraciones y retrocesos. Cada intento por recuperar el ritmo competitivo tropieza con un nuevo revés físico, complicando no solo su presente inmediato, sino también su proyección deportiva. El atacante vive un ciclo de interrupciones que ha frenado su continuidad y ha puesto en duda su capacidad para retomar la regularidad de antaño.
Ese panorama alimenta la preocupación en todo Brasil, especialmente con el Mundial de 2026 en el horizonte. La nueva lesión compromete seriamente sus opciones de figurar en la lista final, un escenario que toma aún más relevancia considerando que desde que Carlo Ancelotti asumió el mando de la selección brasileña, no lo ha convocado. El técnico ha sido claro: necesita jugadores disponibles, con ritmo y en plena forma. Y con este nuevo golpe, la situación de Neymar se torna todavía más compleja.
El impacto es profundo en todos los frentes: Santos pierde a su líder en plena lucha por la permanencia, Neymar suma otro obstáculo en un año marcado por los tropiezos físicos, y Brasil ve cómo una de sus mayores estrellas vuelve a encender todas las alarmas. A seis meses del Mundial, el tiempo juega en su contra. Y aunque la historia demuestra que el delantero siempre intenta regresar, esta vez la montaña parece más empinada que nunca.



