Brecha Generacional: El Odiado Reguetón y la Ira de los Adultos
Farándula

Brecha generacional en la música: ¿Por qué el reguetón es tan odiado y enciende la ira de los adultos?

El reguetón refleja profundas transformaciones culturales y generacionales, evidenciando la desconexión entre jóvenes y sus padres. Esta crítica activa que incluso se califica como un declive en la música ha sido evaluado por el crítico cultural Oriol Rosell en su ensayo "Matar al papito". 

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Billboard Latin Music Award, Instagram
Billboard Latin Music Award / FOTO: Instagram

El auge del reguetón ha llevado a un amplio debate sobre las diferencias generacionales en el consumo musical, especialmente entre adultos y jóvenes. A medida que este género se convierte en un pilar de la identidad juvenil en países como España y América Latina, los adultos muestran un creciente rechazo hacia el género. La pregunta es: ¿por qué los padres suelen despreciar la música que sus hijos aman? Este fenómeno se analiza en profundidad en el ensayo 'Matar al papito' de Oriol Rosell, periodista y crítico cultural.

En su obra, Rosell explora no solo el impacto musical del reguetón, sino también su contexto social y cultural, ofreciendo una mirada crítica sobre la transformación de la música popular en el siglo XXI. El reguetón se ha infiltrado en diversas esferas de la vida cotidiana, desde radios hasta plataformas digitales, convirtiéndose en la banda sonora de gran parte de la juventud global. Con artistas destacados como Bad Bunny, Daddy Yankee y Karol G, el reguetón no solo se escucha, sino que se vive.

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El reconocimiento está cimentado en “su dominio sin precedentes” de las listas de Billboard en los últimos 25 años, argumentaron.

Diferencias generacionales en la música

El autor argumenta que la desafección de los adultos hacia el reguetón no se limita a las letras o ritmos, sino que refleja una crisis cultural. Según él, se observa una desconexión entre las preferencias musicales de padres e hijos, que va más allá de la simple elección de un género. Esta situación evidencia la idea de que la música popular puede ser una clave para entender los cambios sociales contemporáneos.

La obra de Rosell comienza con la afirmación de que el reguetón es "el género más odiado por parte de los adultos". Las críticas suelen centrarse en la temática de sus letras y las implicaciones culturales de los bailes asociados al género. Sin embargo, Rosell considera que esta resistencia proviene de un temor a confrontar el cambio de paradigmas.

Señala que muchos adultos que desprecian el reguetón son hombres españoles, cisgénero y blancos, quienes aún luchan por mantener su relevancia cultural en un mundo que cambia rápidamente.

El crítico cultural también menciona que la música popular ha cambiado radicalmente desde finales del siglo XX. Resalta cómo el surgimiento de las músicas urbanas, incluido el reguetón y el trap, ha marcado el fin de la era dominada por el "poprock blanco". Esta transformación ha llevado a una ruptura estética y social que se ajusta mejor a las realidades y emociones de las nuevas generaciones.

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El impacto de la tecnología en la música contemporánea

Según Oriol Rosell, la tecnología ha influido significativamente en este fenómeno. La disponibilidad de plataformas como YouTube ha permitido a los oyentes revivir la música de décadas pasadas, lo que a menudo resulta en una falta de evolución en los gustos musicales de aquellos que crecieron con el rock.

Los grupos de rock, como Pearl Jam o Nirvana, aún tienen seguidores entre los jóvenes, lo que evidencia una resistencia a dejar atrás la música que definió la juventud de los adultos.

El descontento hacia el reguetón puede estar relacionado con la percepción de pérdida de autoridad cultural. Rosell argumenta que la industria musical ha evolucionado hacia un modelo donde el éxito comercial se ha vuelto el principal objetivo. En este sentido, el reguetón no busca negar su popularidad, sino que la abraza plenamente. Esto contrasta con la música de generaciones anteriores que se presentaba como una alternativa rebelde al sistema.

Rosell también aborda la relación entre el reguetón y la economía contemporánea, sugiriendo que el deseo por la riqueza y el éxito material en las letras de los artistas refleja la precariedad y falta de oportunidades de los jóvenes. Hacer música en laureadas condiciones económicas se ha vuelto casi una quimera, lo que lleva a una exhibición del "dinero sucio" conseguido de maneras no convencionales. Esta realidad, argumenta, se ve acentuada por un sesgo de clase y etnia que prevalece en la percepción del reguetón comparada con otros géneros musicales.

Finalmente, Rosell destaca que, aunque el reguetón nació como un género musical en sí mismo, se ha transformado en un fenómeno que abarca múltiples estilos. Artistas como Bad Bunny han ampliado sus límites musicales y creativos, estableciendo un nuevo estándar para lo que puede ser la música urbana. A pesar de las críticas, el reguetón sigue siendo una forma de expresión vital para la juventud, ofreciendo no solo entretenimiento sino también una perspectiva sobre los desafíos actuales que enfrentan.

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