El Papa Francisco murió este lunes a los 88 años, según confirmó el Vaticano en un comunicado difundido a través de su canal oficial en Telegram.
Su deceso se produjo apenas un día después de que el pontífice hiciera una aparición pública desde el balcón de la basílica de San Pedro, durante la celebración de Pascua, en lo que se convirtió en su último mensaje al mundo.
El Papa Francisco tenía el don de servicio a Dios siendo joven, pero antes vivió una vida "mundana" que incluyó una novia, según publicó él mismo en su biografía, Vida, que se publicó en marzo de 2024, y diferentes trabajos alejados de la curia.
Jorge Mario Bergoglio, su nombre real, vivió un amor de juventud con una chica también argentina. Lo contaba de esta manera en su libro, uno de los muchos que escribió.
"Durante el seminario tuve un pequeño flechazo: es normal, de lo contrario no seríamos seres humanos", admitía en sus memorias.
El papa declaraba asimismo que "ya había tenido novia en el pasado, una chica muy dulce que trabajaba en el mundo del cine y que luego se casó y tuvo hijos.
Sin embargo, tal como lo cuenta, "estaba en la boda de uno de mis tíos y quedé deslumbrado por una chica". Francisco calificó su conquista de "hermosa e inteligente".
Francisco escribía que en el duelo entre su corazón y la fe, finalmente "Dios venció".
No fue sencillo, sin embargo, según relata el papa: "Durante una semana tuve su imagen siempre en mi mente y me costaba orar. Luego por suerte pasó y me dediqué en cuerpo y alma a mi vocación".
Más detalles
Jorge Bergoglio acumuló en su trayectoria profesional numerosas experiencias, algunas afines a su formación académica: se licenció en la universidad en Química.
Todo lo hizo para ganar dinero y apoyar a una familia nada acomodada, como era la suya, en Buenos Aires, su ciudad ntal.
El Papa Francisco limpió suelos en una fábrica, trabajó en un laboratorio químico, fue profesor de literatura y filosofía e, incluso, hizo las veces de portero de discoteca en la noche bonaerense.
Esta etapa de su vida se la confesó el propio pontífice a unos fieles en una visita a la parroquia San Cirilo Alejandrino.
El papa fue hasta su muerte, por otra parte, un apasionado del fútbol. Concretamente, seguía a San Lorenzo de Almagro, cuyos símbolos, como bufandas, lucía sobre su atuendo blanco sin temor a las críticas.



