Este viernes las autoridades del Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS) dieron a conocer el último reporte recibido respecto de casos de coronavirus COVID-19 en Guatemala.
Sobre ello, se reporta un total de 1 mil 221 casos nuevos, de los cuales 760 son hombres y 461 mujeres.
También se informó de 37 fallecidos, siendo 25 hombres y 12 mujeres. “El número de fallecimientos corresponde al reporte recibido de los servicios de salud públicos y privados desde la emisión del último informe oficial”, dijo Salud.
Además, se indicó que se realizó un total de 2 mil 630 pruebas al corte de esta información.
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Registros
Hasta el momento la cifra de casos en el país aumentó a 21 mil 293, de los cuales 17 mil 096 se encuentran activos. La cantidad de muertos es de 880, otros dos fallecidos por causas ajenas al COVID-19, así como 3 mil 315 pacientes recuperados.
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Emergencia
Según las autoridades, el país se encuentra en la etapa de mayor riesgo, pues los contagios continúan de manera ascendente.
Debido a este panorama, se recomienda a la población a seguir las normas correspondientes de confinamiento que coadyuven a evitar más contagios.
Es indispensable, según destacó recientemente el director de la Comisión Presidencial contra el COVID-19 (Coprecovid), Edwin Asturias, el uso adecuado de la mascarilla, ya que se ha constatado que algunas personas no la utilizan de manera correcta.
También, es importante mantener el distanciamiento social, ya que esto ayudará a que la curva de contagios sea de manera descendente.
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Temor
Durante el programa A Primera Hora de Emisoras Unidas, varios médicos y bomberos compartieron su experiencia respecto de la atención que han prestado.
Tal es el caso del doctor Gerardo Hernández, médico y director del Hospital Nacional hermano Pedro de Bethancourt, de Antigua Guatemala, quien explicó que lo más duro está en la primera línea de atención, ya que lo primero que se ve en los pacientes son los “ojos de miedo” al estar contagiados.
Este tipo de reacciones de las personas se transmiten también al personal médico que está encargado de la emergencia. Agregó que los daños psicológicos ante esta situación van más allá y que al momento no han sido tratados.
“El ser médicos no es lo mejor en esta situación, porque nos ponemos a pensar el cuadro que estamos atravesando. Mi peor noche fue la quinta, en la que la saturación de oxígeno no fue buena”, añadió Hernández.
