El nombre del deportista guatematleco Lester Martínez resuena con fuerza en el boxeo guatemalteco. Sin embargo, detrás de los triunfos y los reflectores, el joven atleta ha decidido abrir su corazón y hablar sin filtros sobre su pasado.
Con sinceridad, confesó que en algún momento se convirtió en "un mal ejemplo" para muchos niños, una carga que hoy lo motiva a cambiar y a ser una inspiración para las nuevas generaciones. Martínez relató que a los 12 años dejó su natal Petén para trasladarse a Izabal en busca de oportunidades en el boxeo.
"Era bien chiquito, mis papás no me querían dejar ir. Decían: ¿cómo un niño de 12 años va a irse de su casa a recibir golpes en la cabeza?", recordó. La preocupación de sus padres era comprensible: lo que veían en televisión parecía un deporte sangriento y peligroso.
A pesar del miedo, su padre jugó un papel crucial. Le confesó que hubiera deseado recibir la oportunidad de practicar algún deporte en su juventud. Esa confesión fue un parteaguas para Lester, quien decidió apostar por su sueño con el respaldo de su familia.
Lester Martínez sigue marcando historia
En su testimonio, Lester reconoció que cometió errores que lo llevaron a ser visto como un mal referente. Sin embargo, lejos de evadir su responsabilidad, aceptó ese pasado con el deseo de transformarlo. "Quiero cambiar eso, quiero que mis papás se sientan orgullosos", expresó.
La figura paterna, nuevamente, fue decisiva en su vida. Entre bromas, su papá solía decir: "Si Lester se queda aquí, le damos cincho porque no hace caso y no va bien en la escuela". Estas palabras, aunque duras, se convirtieron en motivación.
Hoy, el boxeador busca recompensar a sus padres por lo que no fue de pequeño. La meta de Lester Martínez es clara: demostrar que, aunque los tropiezos formen parte del camino, es posible levantarse y seguir adelante.
Para él, su mayor victoria no está en el cuadrilátero, sino en hacer que sus padres se sientan orgullosos.
