En redes sociales y espacios de divulgación sobre salud mental comenzó a circular un concepto que llama la atención de especialistas y usuarios por igual: ser otrovertido. Esta nueva forma de describir la personalidad busca dar nombre a aquellas personas que no se sienten identificadas ni con la introversión ni con la extroversión.
El término fue planteado por el psiquiatra estadounidense Rami Kaminski, quien explicó que existen individuos que, aunque pueden ser sociables o comunicativos, no experimentan un verdadero sentido de pertenencia a los grupos. No se trata de timidez, aislamiento ni rechazo social, sino de una relación distinta con la vida colectiva.
A diferencia de los extrovertidos, los otrovertidos no encuentran su energía en la interacción constante ni en el protagonismo social. Y a diferencia de los introvertidos, tampoco buscan necesariamente la soledad o los espacios silenciosos para recargarse.
Su rasgo principal es la independencia emocional frente a lo grupal, ya que no sienten una conexión profunda con identidades compartidas, tradiciones o dinámicas sociales establecidas. Según Kaminski, esta sensación suele manifestarse desde edades tempranas en las personas.
Más de otrovertido
Muchas personas otrovertidas recuerdan haber participado en actividades grupales sin experimentar entusiasmo ni identificación, aun cuando disfrutaban del momento o se llevaban bien con los demás. La experiencia se repite en la adultez, donde pueden mantener relaciones sanas pero sin apegarse a círculos sociales o comunidades específicas.
El especialista aclara que la otroversión no es una enfermedad ni un trastorno psicológico. Tampoco figura como un diagnóstico clínico reconocido. Se trata de una manera válida de experimentar la socialización, en un contexto donde las etiquetas tradicionales no alcanzan para explicar todas las vivencias humanas.
El auge del término refleja una tendencia creciente a buscar palabras que ayuden a comprender identidades emocionales más complejas. En una época marcada por la hiperconectividad, el trabajo en equipo y la presión por encajar, muchas personas encuentran alivio al descubrir que no sentirse parte de un grupo no implica un problema personal.



