Las profecías de la vidente búlgara, Baba Vanga, siguen dando de hablar a más de dos décadas de su muerte. Apodada como “la Nostradamus de los Balcanes”, es conocida por haber predicho, con varios años de antelación, algunos de los acontecimientos más importantes del último siglo.
Aunque ha fallado en algunas fechas, Baba Vanga presume varios aciertos, como inicio y el fin de la Segunda Guerra Mundial, la caída de las Torres Gemelas y la aparición del grupo yihadista Estado Islámico (EI), entre otros.
Según el sitio Astrofame, otras de las profecías de esta célebre vidente estarían por cumplirse este 2022.
“Virus letal”
La primera tiene que ver con lo que ha sido denominado como un “virus letal” que sería descubierto en Siberia y aparecería debido a los efectos del calentamiento global. Advierte, además, que esta misteriosa enfermedad representaría un prácticamente insuperable para los servicios de salud.
“Incluso quienes escapen (de los desastres naturales) morirán de una enfermedad horrible”, alerta.

“Plaga de langostas”
Sobre esta profecía, Baba Vanga predijo primero que las temperaturas superarán los 50° C, lo que ocasionará que las langostas ataquen los cultivos y las zonas agrícolas. Esto sucedería en la India, donde la situación derivaría en una inmensa hambruna.

Catástrofes naturales
Para el próximo 2022, la vidente búlgara predijo que varios países asiáticos, al igual que Australia, se verían afectados por fuertes inundaciones. También pronostica terremotos y más desastres naturales en el mundo.

Escasez de agua
Otra de las profecías habla de una escasez de agua potable que afectaría al mundo en este año, y que estaría causada por la contaminación de los ríos. Nostradamus tendría una predicción muy parecida también para 2022, augurando una “guerra climática” desatada a partir de que los recursos naturales de la Tierra empiecen a ser insuficientes.

La realidad virtual nos dominará
Por último, Baba Vanga habla de una inmersión casi total de las personas en la tecnología. Visualiza que la gente pasará más tiempo que nunca frente a las pantallas, llevándolas a perder de vista la línea que divide la fantasía con la realidad.
